sábado, 17 de diciembre de 2011

Praga y Budapest

Con algún que otro mes de retraso, edito el diario de mi viaje de ocho días a Praga y a Budapest que hice la primera semana de septiembre.

Este ha sido un viaje que me ha gustado mucho, en el que he conocido lugares maravillosos; tanto la compañía como el lugar como el tiempo han sido inmejorables, y han puesto la guinda a este año en el que he viajado como nunca lo había hecho, conociendo zonas tan distintas como pueden ser la asiática Estambul o el europeo Benelux.

Eso sí, en la República Checa me he quedado con ganas de ver algunas zonas que no he podido ver, por lo que en un futuro volveré a este hermoso país, para ver no solo Praga, sino algunas ciudades de este país tan maravilloso.

Planificación del viaje
A modo de resumen, este es el itinerario que decidimos realizar, y con el que esperábamos conocer a fondo tanto Praga como Budapest:

Martes 30 de agosto: Volar de Bilbao a Praga, vía Bruselas, llegando a Praga sobre las seis de la tarde.
Miércoles 31 de agosto: Dedicar el día entero a Praga.
Jueves 1 de agosto: Dedicar el día entero a Praga.
Viernes 2 de agosto: Dedicar el día entero a Praga.
Sábado 3 de agosto: Tomar un tren a las diez menos veinte hacia Budapest, llegando a las cuatro y media de la tarde.
Domingo 4 de agosto: Dedicar el día entero a Budapest.
Lunes 5 de agosto: Dedicar el día entero a Budapest.
Martes 6 de agosto: Dedicar el día entero a Budapest.
Miércoles 7 de agosto: Tomar un tren a las nueve y media de la mañana hacia Praga, llegando a las cuatro y veinte de la tarde.
Jueves 8 de agosto: Volar a Bilbao a primera hora de la mañana.

Como se ve, se iba a dedicar tres días completos tanto para Praga como para Budapest, y alguna que otra tarde suelta para ambas ciudades. Supusimos que sería suficiente para ver cómodamente ambas ciudades, y no nos equivocamos.

En cuanto al tiempo, teníamos una perspectiva de bastante buen tiempo, algo nuboso en Praga y caluroso en Budapest. Como veríamos con el paso de los días, en Praga tuvimos unos días soleados, sin apenas nubes en el cielo, preciosos, mientras que en Budapest no solo hubo días muy soleados, sino que el calor se hizo por momentos insoportable.

A continuación, y tras la petición de uno de los mejores críticos gastronomicos de Internet, describo los ocho días que pasé en Praga y en Budapest con algunas  fotos que espero que hagan más amena la lectura.

Día de llegada, martes 30/09/2011: Toma de contacto con Praga
Al igual que un mes antes, me embarco en un avión de Brussels Airlines. A la hora prevista, las doce y veinticinco, el avión sale dirección Bruselas, donde esperaríamos media hora para volar, curiosamente en el mismo avión, dirección Praga, donde teníamos previsto llegar a las cinco menos veinte.

Así, sin ningún contratiempo, llegamos al aeropuerto de Praga a la hora prevista. Tras dejar nuestras cosas en el hotel, el Ibis Old Town, que se encuentra a apenas unos metros de la Torre de la Pólvora, salimos decididos a aprovechar las últimas horas del día para conocer la ciudad, pues todavía son las seis y media de la tarde.

En unos minutos comprendemos que está todo muy cerca. Y es que en diez minutos nos encontramos en la Plaza de la Ciudad Vieja, una de las joyas de Praga. En ella contemplamos, encajonada, la Catedral de Nuestra Señora del Týn. Seguimos paseando y nos dirigimos hacia el puente de Carlos, a donde llegamos en menos de diez minutos. Desde ahí contemplamos un precioso atardecer, viendo cómo se pone el sol tras las casas de Malá Strana. Mejor no podíamos empezar el viaje.

Atardecer en Praga desde el puente de Carlos

Tras media hora en el puente de Carlos, recorriéndolo, sacando fotos, y viendo el atardecer, nos dirigimos a cenar hacia la zona de la plaza de la Ciudad Vieja. Decidimos entrar en el Hard-Rock Café, donde nunca había estado. Tras cenar una hamburguesa y un brownie con helado, volvemos al puente de Carlos a hacer unas pocas fotos, y regresamos prontito al hotel, apenas pasadas las diez de la noche. Y es que el día siguiente tocaba madrugar.

Castillo de Praga iluminado desde el puente de Carlos

Iglesia de Nuestra Señora del Týn

Día 1, miércoles 31/09/2011: Castillo de Praga y Malá Strana
Comienza nuestra visita a Praga en serio, con itinerario y rumbo claro. Este es el día que más cosas hay que ver, pues hemos decidido comenzar Praga conociendo la zona de Castillo y terminarlo viendo la zona de Malá Strana, es decir, la zona que se encuentra a la otra orilla del Moldava.

Como tenemos mucho miedo de que haya muchos turistas en la zona del Castillo, nos levantamos a las siete de la mañana, desayunamos, y vamos en metro hasta la estación de Malostranská, desde donde alcanzamos el Castillo de Praga tras atravesar la famosa calle Nerudova, dando nuestros primeros pasos por Malá Strana. Tras hacer unas fotos de las vistas de Malá Strana y Praga desde los alrededores del Castillo, entramos en este minutos después de las nueve de la mañana. Nada más entrar contemplamos la Catedral de San Vito, la cual puede verse desde muchísimos puntos de la ciudad, completamente encajonada; y es que es muy curiosa la primera vista que tiene el turista de dicha catedral.

Entramos en ella y la recorremos durante unos veinte minutos. La verdad es que es muy bonita; nos gustan mucho las vidrieras y los reflejos de estas sobre las paredes, así como la tumba de san Juan Nepomuceno, que encontramos espectacular.

Tumba de san Juan Nepomuceno

Tras salir de la Catedral, hacemos unas fotos en la plaza aprovechando que todavía no han aparecido los turistas y visitamos el convento y la basílica de San Jorge, ya que teníamos que hacer tiempo para poder subir a la torre de la Catedral, que no abría hasta las diez.

Una vez llegada la hora, subimos hasta la torre, solo por detrás de un par de chicas. Quince minutos en la torre son suficientes para admirar Praga, destacando el barrio de Malá Strana. El día nos sigue acompañando y podemos hacer unas preciosas fotos de la ciudad.

Praga desde la Catedral de San Vito

Seguidamente, empleamos el resto de la mañana en recorrer las distintas zonas del Castillo, destacando entre ellas el Callejón Dorado, donde entramos en una de las casas en las que vivió Franz Kafka.

Una vez visto el Castillo y tras observar el cambio de guardia, que se produce a las doce del mediodía, nos dirigimos hacia el monasterio de Strahov, pasando previamente por distintos edificios, entre los que destaca el Loreto, que vemos por fuera, sin llegar a entrar en él. En el monasterio de Strahov hacemos un pequeño descanso, puesto que la biblioteca no abre hasta la una de la tarde y queda todavía media hora.

Tras ver a través de unas rejas la iglesia del monasterio, muy bonita pero que no abre hasta las seis de la tarde (el monasterio y el Loreto tenían unos horarios un tanto raros, cerrando de doce y cuarto a una, abriendo la iglesia a las seis...), entramos en la biblioteca del monasterio, donde admiramos, a través de una puerta abierta, las preciosas Sala Teológica y Sala Filosófica. Son preciosas, lo que hace que sea una verdadera lástima que no se pueda entrar en ellas.

Así, apenas unos minutos después de la una de la tarde, damos por finalizada la visita a la zona del Castillo de Praga. Desde ahí hemos podido obtener unas preciosas vistas de Praga, acompañadas por el buen tiempo, y hemos podido ver las zonas más importantes del Castillo sin apenas turistas. Desde luego, el madrugón ha merecido la pena. Como único lunar, no haber podido entrar en el Loreto, pero como era lo que menos me importaba de esa zona, se puede decir que la mañana ha salido perfecta.

Decidimos bajar hacia  el barrio de Malá Strana para comer ahí y visitarlo por la tarde. Así pues, nos ponemos en camino, y tras recorrer por segunda vez en el día la preciosa calle Nerudova, nos sentamos a comer en un restaurante italiano al lado de la iglesia de San Nicolás.

Una vez terminada la comida, a las dos y media, entramos en la iglesia de San Nicolás, que admiramos durante un cuarto de hora. La encontramos más pequeña de lo esperado, pero bastante bonita. Y es que si algo nos ha gustado de Praga han sido sus iglesias; la mayoría de ellas muy ornamentadas. Esta en concreto es preciosa, y nos encanta los frescos del techo así como la decoración de las paredes, las cuales son completamente de mármol.

Interior de la iglesia de San Nicolás de Malá Strana

Una vez visitada, subimos a la torre de la misma iglesia, desde donde se observan unas vistas de Praga bastante bonitas, si bien no tienen comparación con las que se ven desde la torre de la Catedral de San Vito. No obstante, las vistas del puente de Carlos son bastante más bonitas desde esta torre, puesto que se encuentra más cerca del puente que la Catedral de San Vito. En dicha torre observamos cómo un hombre vestido con un traje medieval, una especie de paje real, toca una trompeta a las tres en punto. Con el paso de los días descubriríamos que a las horas en punto se toca la trompeta en algunas de las torres más características de la ciudad, como algunas iglesias o el puente de Carlos, lo que le da un toque medieval a la ciudad.

Una vez en la calle, y tras tomar un café en un Starbucks, empleamos el resto de la tarde en recorrer las calles de Malá Strana, donde destaca el palacio y los jardines Wallenstein entre otros muchos lugares. Tras ver el conocido muro de John Lennon, damos un paseo por la isla de Kampa, desde donde se tiene otra perspectiva del puente de Carlos. Nos acercamos también al jardín Ledebour, pero no entramos en él. Como se ve, parte de la tarde la dedicamos a callejear por Malá Strana.

Finalmente, a las cinco y media llegamos al puente de Carlos, donde nos quedamos unos cincuenta minutos descansando, sacando fotos, viendo a la gente pasar, las vistas del Moldava y de Malá Strana...

Por último, llegamos al hotel minutos después de las seis y media, donde descansamos un rato ante de salir a cenar. Como se puede ver, el primer día ha cubierto nuestras expectativas: hemos visto tanto la zona del Castillo como Malá Strana, así como el Monasterio Strahov. Salvo el Loreto, que era lo que menos nos interesaba, y la iglesia del monasterio de Strahov, que hemos podido ver a través de unas rejas, hemos visto todo lo que teníamos previsto.

Después de cenar, damos una vuelta hasta el puente de Carlos, donde estamos muy poquito tiempo ya que estamos cansados y sabíamos que ya iríamos más días ahí. Finalmente, nos vamos a descansar, ya que el día siguiente también teníamos intención de madrugar.

Día 2, jueves 01/09/2011: Barrio judío y Ciudad Vieja
Comienza nuestro segundo día en Praga, el último que teníamos que madrugar. Queríamos dedicar la mañana a ver el barrio judío, donde destaca por encima de todo el antiguo cementerio judío. Como habíamos oído que solía haber mucha gente en el cementerio decidimos presentarnos ahí a las nueve de la mañana, justo cuando lo abren, para verlo con la menor cantidad de turistas posibles, para que conservara el "encanto" que tiene un cementerio.

Así, nos levantamos otra vez a las siete de la mañana y nos presentamos en el cementerio diez minutos antes de la apertura. Sin esperar ninguna cola, compramos la entrada que da acceso tanto al cementerio como a varias de las sinagogas y entramos.

La verdad es que fue una delicia poder ver el cementerio sin nadie de gente, ya que me dio la sensación de que lleno de turistas pierde todo su encanto. Me gustó mucho, ya que, al igual que la Cisterna Basílica de Estambul, es algo distinto a lo que te encuentras cuando viajas, algo que no te ofrecen el resto de ciudades.

Así, tras ver la sinagoga Pinkas, en cuyas paredes aparece escrito el nombre de todos los judíos checos que murieron víctimas de las nazis y en cuyo segundo piso se puede observar una colección de dibujos hechos por niños judíos en el campo de concentración de Terezín, que durante un rato te borran la sonrisa, paseamos por el cementerio durante media hora, prácticamente solos, con apenas un turista con nosotros. Parece que acertamos decidiendo ver el cementerio a primera hora de la mañana, aunque quizá podríamos haber dormido un poco más, pero no me arrepiento, volvería a ir a esa hora para encontrármelo igual de desierto.

Antiguo cementerio judío

Seguidamente, y como viene incluido en la entrada, entramos en una especie de museo, el City Hall, que no venía en ninguna de las guías que teníamos, y visitamos el resto de las sinagogas del barrio judío: la sinagoga Alta, la sinagoga Maisel, y la Sinagoga Vieja Nueva, la más antigua de Europa, la sinagoga española, cuya decoración interior nos cautiva: sin duda, la más bonita de todas las que hemos visto. De camino, admiramos los elegantes edificios del barrio judío, algunos de los cuales son francamente bonitos. Además, anotamos la dirección de una sinagoga que no venía en las guías que habíamos leído y que se encuentra alejada del barrio judío: la sinagoga de Jerusalem.

Para acabar con el barrio judío, también llamado Josefov, entramos en el Convento de Santa Inés, donde no estamos mucho tiempo, ya que no es más que un museo, y como he dicho en anteriores ocasiones, no soy muy amante de los museos.

Como se ve, el barrio judío lo visitamos en muy poco tiempo, por lo que poco antes de las doce estamos ya en la plaza de la Ciudad Vieja, dispuestos a conocer esta parte de la ciudad. Hay que decir que como el hotel lo teníamos muy cerca ya habíamos pasado muchas veces por la zona y habíamos hecho muchas fotos, así que lo que quedaba de mañana y la tarde la íbamos a dedicar a entrar en iglesias, edificios y pasear de forma más tranquila por sus calles.

Lo primero que hacemos, aprovechando que quedan unos pocos minutos para las doce, es ir a ver el reloj astronómico y el espectáculo que se forma en las horas en punto. Al acabar, como suponíamos que habría mucha gente que querría subir a la torre del ayuntamiento, ya que el reloj se encuentra en la base de la torre, decidimos ir a ver el interior de la iglesia de San Nicolás (hay una iglesia llamada así en Malá Strana y otra en la plaza de la Ciudad Vieja). Sin embargo, nos dicen que no abren hasta las tres, así que hacemos algo de tiempo sacando fotos en la plaza, y a las doce y veinte decidimos subir a la torre del ayuntamiento.

Al subir nos ocurre una anécdota divertida, ya que en la entrada nos preguntan el idioma, y, tras decir "spanish", el chico, sin decirnos ni una palabra, va a un cesto y nos da una tira de papel donde aparece escrito en español unas indicaciones para subir a la torre, lo cual nos parece muy curioso.

Indicaciones para subir a la torre del Ayuntamiento

Tras reírnos con la anécdota, subimos a la torre, donde nos pasamos veinte minutos sacando fotos. Volvemos a bajar y hacemos algo de tiempo hasta la una y media, momento en el que comemos, bastante bien por cierto, en un italiano que se encuentra detrás de la iglesia de Nuestra Señora del Týn.


Plaza de la Ciudad Vieja desde la torre del Ayuntamiento

Al acabar de comer, una hora después, decidimos ir a conocer las zonas menos importantes de la Ciudad Vieja. Así, nos dirigimos a la iglesia de Santiago, que se encuentra muy cerca de la iglesia de Nuestra Señora del Týn, llevándonos una agradable sorpresa. Y es que la encontramos impresionantemente bonita, cuando en realidad no esperábamos que fuera más que una iglesia sin más. Fue con esta iglesia con la que nos dimos cuenta que las iglesias pequeñas de Praga iban a merecer mucho la pena.

A las tres de la tarde entramos en la iglesia de San Nicolás, que encontramos muy bonita y similar a la que se encuentra en Malá Strana, si bien la otra nos gusta más. Dedicamos el resto de la tarde a dar un paseo cerca del río y por las callejuelas de la Ciudad Vieja. Intentamos entrar en el Clementinum, pero estaban en obras, lo que me decepcionó un poco, porque tenía muchas ganas de verlo. A las cinco y media decidimos ir al hotel a descansar, ya que a las ocho teníamos un crucero con cena incluida por el Moldava.

Interior de la iglesia de San Nicolás (Ciudad Vieja)

Por la noche, cuando llegamos al crucero, nos llevamos una desagradable sorpresa: nuestra velada romántica en el crucero tiene que ser compartida con dos italianos, ya que no hay mesas suficientes para todas las parejas, así que nos sentamos los cuatro en una mesa, que bien podría ser para dos personas, y compartimos cena sin hablar y prácticamente sin mirarnos. Al principio la situación es un poco incómoda, pero luego supimos ignorarnos mutuamente.

A pesar de ello, no nos podemos quejar del crucero: pudimos ver Praga desde otra perspectiva e incluso hubo fuegos artificiales que amenizaron el crucero.

Aunque es más típico un crucero por el Danubio, creo que hicimos bien cogiendo el crucero por el Moldava, por hacer una noche diferente y no ir todas al mismo sitio a hacer las mismas fotos. Además, hicimos bien dejándolo para una noche intermedia, para así poder dejar la última noche para que viéramos, a nuestro aire, lo que más nos había gustado los días anteriores.

Día 3, viernes 02/09/2011: Ciudad Nueva y Monte Petřín
Nuestro último día en Praga lo íbamos a dedicar a conocer la zona menos importante, al menos para nosotros, de Praga: la Ciudad Nueva. Además, teníamos previsto subir al monte Petřín, la zona desde donde se tienen las mejores vistas de Praga, cuando acabáramos de ver la Ciudad Nueva, ya que sería lo único que nos quedaría por ver.

A diferencia de los otros dos días, ponemos el despertador un poco más tarde que los últimos dos días, de forma que nos presentamos en la plaza Wenceslao minutos antes de las nueve y media. Nos pasamos casi una hora andando por la plaza y por sus alrededores, sacando fotos desde distintas zonas, y entramos en la iglesia de Nuestra Señora de las Nieves, que a pesar de ser bonita, no nos impresiona tanto como otras que hemos visto en Praga. Eso sí, como todas las que hemos visto en Praga, la iglesia está muy decorada.

Iglesia de Nuestra Señora de las Nieves

Recorremos la plaza despacio, viendo los distintos edificios, como la casa Wielh, hasta llegar al final de la plaza, donde intentamos entrar en el Museo Nacional para ver su magnífico interior, pero este está en obras y un malhumorado checo nos dice que no podemos entrar (es lo que suponemos, porque el hombre no hacía más que gritar en checo). Así, una vez vista la plaza Wenceslao continuamos hacia el siguiente punto de nuestro recorrido: la plaza de Carlos.

Plaza Wenceslao con el Museo Nacional al fondo

En la plaza de Carlos realizamos otro descubrimiento similar al del día anterior con la iglesia de Santiago: la iglesia de San Ignacio, que encontramos tanto o más bonita que la de Santiago. Tras verla, nos dedicamos a ver los alrededores de la plaza, viendo por primera vez el edificio de Gery, o la iglesia de San Cirilo y San Metodio, famosa por ser el lugar donde se escondieron, y posteriormente suicidaron, un comando de paracaidistas que asesinó al jefe de los nazis en el Protectorado de Bohemia y Moravia, y donde todavía se pueden observar en la pared los agujeros de balas procedentes de los nazis que cercaban la iglesia.

Interior de la iglesia de San Ignacio

Continuamos callejeando y para las once y media de la mañana ya habíamos terminado de ver la Ciudad Nueva. La verdad es que es bastante diferente al resto de Praga, ya que no tiene el ambiente medieval del resto de la ciudad, y, salvo los alrededores de las dos plazas, no hay mucho que ver, por lo que creo que hicimos bien en dejar dicha zona para el último lugar, para así poderla ver más rápidamente o lentamente en función del tiempo disponible.

Como ya solo nos quedaba subir al monte Petřín, nos dedicamos a descansar un rato a orillas del río, viendo cómo se acercaban los cisnes para que les diéramos de comer, y damos un paseo por la orilla del río hasta el funicular con el cual se sube al monte Petřín, donde finalizaríamos nuestra visita a Praga.
Moldava con la catedral de San Vito al fondo

Moldava

Así, a la una menos cuarto ya estábamos en el monte Petřín, por lo que lo primero que hacemos es dirigirnos hacia la torre de Petřín, donde desde sus 60 metros de altura se ven las mejores vistas de la ciudad. Además, había que aprovechar que, para no variar, nuestro tercer día en Praga estaba siendo bañado por un sol espléndido, a pesar de que las previsiones que había cuando salimos de Bilbao auguraban un poco de lluvia para ese día. Así, tras hacer las fotos correspondientes, a la una y cuarto bajamos de lo alto de la torre y damos por finalizada nuestra visita a Praga: en apenas dos días y medio hemos visto todo lo que teníamos previsto.

Panorámica de Praga desde la torre Petřín

Praga desde la torre Petřín

Sin dar apenas ninguna vuelta por la zona, pues estamos casnados y tenemos hambre, bajamos a Malá Strana, donde comemos, otra vez, en un restaurante italiano con una pinta excelente. Tras comer y descansar un poco en las laderas del monte Petřín, dedicamos la tarde a recorrer alguna de las zonas que más nos han gustado, y viendo por fuera la sinagoga de Jerusalem, una sinagoga muy curiosa de la cual, inexplicablemente, no habíamos oído hablar hasta que el día anterior hicimos el tour por el barrio judío.

Calle estrecha con semáforo, cerca del puente de Carlos


Sinagoga de Jerusalem

Tras hacer las fotos de rigor e ir al hotel a descansar, fuimos a cenar a una típica cervecera checa: Pivovarsky dum, ya que no queríamos abandonar Praga sin sumergirnos en su cultura gastronómica. Así, en vez de ir a la U Fleků, la más turística pero de la que había oído malos comentarios, elegimos una menos conocida pero donde pudimos degustar los tradicionales platos checos, como el gulash, y una cerveza hecha en el mismo local, con más tranquilidad que en U Fleků.

La cerveza estaba rica, y los tres platos que comimos nos gustaron mucho. Eso sí, echamos en falta un poco más de carne, ya que los platos tenían mucha salsa pero apenas carne, pues estaban compuestos de unos trozos de carne, con mucha salsa y muchísimo pan muy denso para mojar.

Gulash

Día 4, sábado 03/09/2011: Viaje a Budapest y toma de contacto con la ciudad
Comenzaba el primero de nuestros dos días puente, ya que más de la mitad de este día iba a dedicarse a viajar en tren hasta Budapest, puesto que salíamos de Praga a las 9:39 y llegábamos en un principio a Budapest a las 16:35. Como comprobamos, apenas llegamos quince minutos más tarde, así que no nos podíamos quejar del servicio de transportes.

Nada más salir de la estación constatamos que Budapest iba a ser completamente distintos a Praga, algo que ya intuíamos al comenzar este viaje.

Tras dejar las cosas en nuestro hotel, el Mercure Budapest City Center, situado en plena calle Váci Utca, nos dedicamos a dar una vuelta por la zona de Pest, viendo los edificios de la zona y contemplando por primera vez el Danubio. Como suponíamos cuando veíamos los mapas de Budapest en casa, en directo nos da también la sensación de que la zona a visitar es muy grande y que tendríamos que andar mucho más si cabe de lo que habíamos andado en Praga. Con el paso de los días constataríamos que aunque es verdad que hay que andar mucho más en Budapest que en Praga, en Budapest había que andar menos que lo que pensábamos, pues los mapas nos engañaron.
Por la noche, salimos a dar una vuelta por el Danubio y nos quedamos impresionados. Habíamos oído que por la noche Budapest era, si no la más, una de las ciudades más bonitas de Europa, y como pudimos constatar así es, o al menos así nos parece. La Basílica de San Esteban es impresionante, espectacular, y se convierte al instante en el edificio que más me ha gustado en todo lo que llevamos de viaje. El puente de las Cadenas iluminado, el Palacio Real, la iglesia de Matías y el Bastión de los Pescadores... todo iluminado es realmente bonito, espectacular.

Puente de las Cadenas iluminado

Iglesia de Matías y Bastión de los Pescadores iluminados

Basílica de San Esteban iluminada

Día 5, domingo 04/09/2011: Parlamento, Basílica de San Esteban y Ópera
Tras lo visto el día anterior, y tras lo que habíamos preparado, en Budapest tenemos, a diferencia de en Praga, la sensación de que no es necesario levantarnos tan pronto, ya que si bien la zona es más grande, no hay tantas cosas para visitar, así que ponemos el despertador todos los días a las ocho de la mañana, con el fin de desansar un poquito más, ya que ya llevábamos unos días de madrugones que poco a poco iban haciendo mella.

Este primer día lo habíamos pensado dedicar a ver toda la zona de los alrededores del Parlamento, ya que teníamos programada una visita guiada por su interior, realizando también otra visita guiada en la Ópera y entrando en la Basílica de San Esteban, viendo de esta forma los tres edificios más turísticos de la zona de Pest.

Como tenemos reservada la visita en el Parlamento a las doce menos cuarto, decidimos ir dirección al Parlamento dando un paseo, ya que había que sacar las entradas un tiempo antes.

Así, a las nueve y veinte entramos en la Basílica de San Esteban, que ya el día anterior habíamos encontrado monumental por fuera. Por dentro no es menos impresionante, pero no la vemos con total comodidad posible ya que, al ser domingo, estaban en misa, y nos daba un poco de apuro ir de turistas por el templo. No obstante, diez minutos nos sirven para admirarla por encima y para saber que volveríamos a verla.

Cuando salimos decidimos subir a la torre de la Basílica, pero esta no abre hasta las diez, por lo que decidimos ir en dirección al Parlamento dando un paseo por el Danubio, pues bien podríamos volver otro día. Así, nos dirigimos al Danubio y comenzamos a pasear en dirección hacia el Parlamento sacando fotos en todo momento, aprovechando el magnífico día que hace.

Palacio Real y puente de las Cadenas

Iglesia de Matías y Bastión de los Pescadores, desde la orilla de Pest

Panorámica de Buda

De camino nos encontramos con el monumento de los zapatos, que se encuentra un poco antes de llegar al Parlamento, y que recuerda a los judíos que murieron ahogados o fusilados en el Danubio durante la Segunda Guerra Mundial.

Monumento de los zapatos, con el Parlamento al fondo

A las diez llegamos al Parlamento, donde empezamos a constatar que las distancias no son tan grandes como imaginábamos en un principio, y tras sacar una serie de fotos al Parlamento y a los alrededores, Museo Etnográfico y Ministerio de Agricultura incluidos, y sacar las entradas para la visita de las once y media, nos encontramos con que son las diez y veinte y no tenemos nada que hacer, así que decidimos volver a la Basílica de San Esteban para subir a la torre.

Como no tenemos mucho tiempo, vamos directos, sin pararnos a hacer fotos a los distintos edificios que vemos, y llegamos en apenas diez minutos (cómo engañan a veces los mapas). Una vez en la torre, cuya subida no se hace precisamente en dos minutos, nos pasamos diez minutos sacando fotos de la ciudad, aunque la verdad es que las vistas tampoco es que sean espectaculares, porque no se puede ver el Danubio y los edificios importantes no tienen una bonita vista desde ahí.

Budapest desde la torre de la Basílica de San Esteban

Una vez hechas las fotos de rigor, bajamos y nos dirigimos de nuevo hacia el Parlamento, con el objetivo de llegar diez o quince minutos antes de la visita guiada y esperar bajo un sol abrasador. Durante la espera, observamos a unos corredores que están haciendo una maratón o media maratón por alguna causa judía (Budapest y los judíos están muy ligados) sorprendiéndonos de que haya tanta gente capaz de correr con tal calor.

Por fin, a las once y media empieza la visita guiada en castellano al edificio más conocido de Hungría. La visita, de cuarenta minutos de duración, se hace amena e interesante, y el edifico por dentro es espectacular: tanto por dentro como por fuera nos encanta.

Escalera principal del Parlamento

Al salir del Parlamento decidimos ir a comer a la plaza de Franz Liszt, ya que se encuentra cerca de la Ópera, donde teníamos previsto hacer la visita guiada en castellano. Qué decir de la Ópera: al igual que el Parlamento, es preciosa por dentro. Sin embargo, el excesivo calor de ese día me provoca un pequeño mareo que me impide disfrutarla por completo, estando más pendiente del reloj que de la visita en sí. Una pena porque durante lo poco que pude disfrutar me di cuenta de que era muy bonita, similar al Parlamento.

Al salir, a las cuatro de la tarde, descansamos un rato en una sombra y nos dirigimos hacia la Sinagoga Judía, la más grande de Europa, y que tenía muchas ganas de conocer. Como no podíamos entrar ese día, porque había un concierto o algo parecido, decidimos, a pesar de que solo son las cuatro y media, ir al hotel a descansar ya que el calor que hacía impedía ver la ciudad en condiciones.

Así, a las seis de la tarde volvemos a salir del hotel y nos pasamos el resto de la tarde sacando fotos de Budapest, viendo el atardecer en el Danubio y volviendo a contemplar la que seguramente sea la ciudad más bonita de Europa de noche.

Atardecer en Budapest

Por último, y para completar el día, cenamos en un restaurante italiano espectacular, desde donde se tenían unas preciosas vistas de la Basílica de San Esteban.

Día 6, lunes 05/09/2011: Zona del Castillo, isla Margarita, Plaza de los Héroes y crucero por el Danubio
En un principio, este día iba a dedicarse por completo a Buda, incluido el monte Géllert. Sin embargo, nos da la sensación de que sería demasiado y que no nos daría tiempo en un día, así que decidimos comenzar por la zona del Castillo. Sin embargo, como iríamos descubriendo a lo largo del día, nos habría dado tiempo a verlo todo en el mismo día. Pero bueno, así tuvimos una excusa para volver al día siguiente a Buda.

Así, con un calor que en ocasiones se torna insoportable, cruzamos el puente de las Cadenas y subimos en el funicular hasta la zona cercana al Palacio Real, donde llegamos sobre las nueve y media. Durante media hora recorremos los alrededores del Palacio Real, un edificio que encuentro mucho más bonito visto desde el puente de las Cadenas y, cómo no, iluminado de noche. De esa zona, quizá lo que más me gusta es la Fuente de Matías, que se encuentra en la parte de atrás del palacio.

Además, desde el Palacio Real se pueden observar unas preciosas vistas de Budapest, con el Danubio, el puente de las Cadenas y el Parlamento.

Parlamento desde el Palacio Real

Puente de las Cadenas desde el Palacio Real

Tras acabar con dicha zona nos dirigimos hacia el Bastión de los Pescadores y la iglesia de Matías. El Bastión no deja de ser un mirador desde donde se pueden admirar unas preciosas vistas de la ciudad, pero que tampoco tienen que envidiar a las vistas desde otros sitios. No obstante, el estilo neogótico del Bastión, con su peculiar arquitectura, hace que haya sido uno de los lugares que más me ha gustado de Budapest.

Bastión de los Pescadores

Justo al lado del Bastión de los Pescadores se encuentra la iglesia de Matías, a donde entramos tras pagar entrada. Es una iglesia curiosa, distinta a las que hemos visto a lo largo del viaje, pero, desgraciadamente, comparada con las iglesias de Praga, o con la misma Basílica de San Esteban de Budapest, para nosotros sale perdiendo. Lo mejor, desde nuestro punto de vista, su figura iluminada de noche, vista desde la zona de Pest.

Iglesia de Matías

Tras dar una vuelta tranquila por la zona del Castillo y volver a sacarnos unas fotos en el Bastión de los Pescadores, nos dirigimos hacia isla Margarita, pasando previamente por la iglesia Calvinista y la iglesia de Santa Ana, de la cual se dice que su interior es de los más espectaculares de Budapest, pero que no podemos ver por estar cerrada. Durante todo ese paseo por el Danubio, aprovechamos para hacer las típicas fotos del Parlamento.

Parlamento

Así, a la una menos veinte llegamos a isla Margarita, donde descansamos durante una media hora. La verdad es que no le encontramos el encanto: no deja de ser un parque que está en una isla en mitad del Danubio. Tras descansar un rato, decidimos ir a comer a la misma zona donde comimos el día anterior, en la plaza Franz Liszt. Sin embargo, en isla Margarita no hay metro, sino tranvía y tren, y como las indicaciones no son todo lo fáciles de entender como deberían, tardamos casi dos horas en llegar a dicha plaza para comer. Al menos, no teníamos ningún tipo de prisa, gracias a que ya habíamos visto casi todo lo importante y que todavía nos quedaba un día y medio en Budapest.

Tras acabar de comer, recorremos la Avenida Andrássy, calle incluida dentro del Patrimonio Mundial de la Humanidad, hasta llegar hasta la Plaza de los Héroes, otro de los lugares más característicos de Budapest. Recorremos la avenida admirando sus edificios, sin entrar en el Museo del Terror, sitio que tenía marcado como imprescindible al iniciar el viaje. Sin embargo, el cansancio acumulado y el calor me desaniman un poco: quiero llegar a la Plaza de los Héroes e ir a descansar al hotel.

En la Plaza de los Héroes hacemos las típicas fotos y recorremos los alrededores, llegando hasta los baños Széchenyi, donde nos informamos de los precios, ya que teníamos previsto llegar al día siguiente.

Plaza de los Héroes

Finalmente, a las cinco decidimos tomar el metro para volver al hotel a descansar. Cómo no, elegimos la línea 1 del metro, también incluida en la lista del Patrimonio Mundial, ya que la estación es similar, por no decir idéntica, a la que había a principios de siglo.

Tras descansar un rato, y salir a dar una vuelta una vez que el calor ya no es tan sofocante, cenamos y nos dirigimos al muelle para coger el barco, ya que nos esperaba un crucero de una hora por el Danubio, desde donde contemplaríamos una Budapest iluminada desde una perspectiva distinta de los dos días anteriores. Cómo no, el crucero es precioso, y las vistas de la ciudad, inmejorables. Y es que, como no me canso de repetir, Budapest de noche es una ciudad preciosa.

Día 7, martes 06/09/2011: Monte Géllert y baños en Széchenyi.
Amanece en nuestro último día en Budapest, y ya apenas nos queda ver la zona del monte Géllert, unas cuantas cosas sueltas, y darnos un merecido descanso en los baños Széchenyi.

Decidimos ir andando al monte Géllert, ya que de camino queríamos entrar en el famoso Mercado Central de Budapest. Entramos y lo recorremos durante unos pocos minutos, prestando sobre todo atención a los puestos de souvenirs que se encuentran en la segunda planta del mercado.

Una vez visto el Mercado, prácticamente el único edificio importante de Pest que nos faltaba por ver, nos dirigimos hacia la zona de Buda, comenzando nuestra visita en el hotel Géllert, magnífico ejemplar de los lujosos hoteles de finales del siglo XIX. Tras verlo por dentro, entramos en la iglesia rupestre, que se encuentra justo enfrente. Hay que decir que, de todas, era la iglesia más mística de todas las que hemos visitado: era la única en la que se sugería a las mujeres que se taparan los hombros.

Excavada en la roca, es una iglesia completamente distinta a las que hemos visto durante el viaje, y, seguramente por eso, me ha gustado.

Interior de la iglesia Rupestre

Son las diez y cuarto y, con un sol que no pega tan fuerte como los otros días, nos disponemos a subir el monte Géllert, con intención de obtener las mejores vistas de Budapest desde sus múltiples miradores, lo que hacemos en menos tiempo del previsto. Así, en poco más de una hora subimos hasta el Monumento a la Liberación, sacamos unas preciosas vistas de Budapest, contemplamos las vistas, y volvemos a bajar el monte, acabando esta vez en el puente de Isabel.

Puente de la Libertad desde el monte Géllert

Budapest desde el monte Géllert

El resto de la mañana lo dedicamos a pasear por Budapest, volviendo a la Basílica de San Esteban, donde, ya sin misa, la contemplamos con total tranquilidad, admirando una de las iglesias que más nos han gustado del viaje, y viendo, cómo no, la mano de San Esteban, el primer rey de Hungría.

Tras comer y reposar un rato, dedicamos la tarde a darnos un merecido descanso en los baños Széchenyi, algo indispensable para cualquier turista que visite Budapest. La elección del baño dependerá de cada persona, unos preferirán los baños Géllert, otros los Széchenyi, otros los Rodas... la cuestión es que es casi obligatorio relajarse en unos baños termales cuando uno visita Budapest, al igual que relajarse en unos baños turcos cuando uno visita Estambul.

Los baños Széchenyi son mixtos, y disponen tanto de varias piscinas al aire libre con agua a casi 40º C y con alguna piscina que, salvando las distancias, bien podría estar en un aquapark. Además, dispone en su interior de múltiples piscinas con agua fría, caliente... donde se puede hacer un recorrido que relajará al turista tras una completa visita de Budapest.

Tras el descanso, y tras olvidarnos de visitar el reloj de arena que se encuentra cerca de la zona de los baños (el cansancio acumuilado nos fue haciendo poco a poco perezosos u olvidadizos), volvemos al hotel, donde hacemos las maletas y salimos a cenar, otra vez en el mismo restaurante que el primer día, dando nuestro enésimo paseo por el Danubio viendo la ciudad de noche, saboreándola por última vez.

Día 8, miércoles 07/09/2011: Vuelta a Praga
Al igual que en la día, dedicamos más de medio día a volver a Praga en tren. No obstante, a las seis y media de la tarde nos encontramos en la plaza de la Ciudad Vieja haciendo fotos y paseando por última vez por esta preciosa ciudad que tanto nos ha encantado.

Día de salida, jueves 08/09/2011: Vuelta a Bilbao
Se acabó el viaje. Toca madrugar para volver a Bilbao. Y lo hacemos con la satisfacción de haber tenido un viaje inmejorable: los lugares que hemos conocido han sido preciosos; el tiempo, esplendido; la compañía, mejor. Solo nos queda decir adiós a dos de las ciudades más bonitas de Europa.

¿Praga o Budapest?
Cuando uno realiza un viaje de este tipo (Praga-Budapest, Praga-Viena, Venecia-Florencia) siempre te preguntan lo mismo: "¿y qué te ha gustado más?". Como si siempre hubiera que estar eligiendo, no pudiendo quedarse uno con todo, máxime cuando las ciudades que ves son completamente diferentes.

Sin embargo, voy a responder a esa pregunta, y, aunque las dos ciudades me han gustado mucho, tengo que reconocer que seguramente me decanto por Praga.

Me han parecido dos ciudades completamente diferentes. Por un lado, en Praga todo está muy cerca lo uno de lo otro, prácticamente puedes visitar todo andando, mientras que en Budapest los sitios de interés están más alejados los unos de los otros. Además, Praga es más de ver iglesias, edificios antiguos... es más un parque temático medieval, mientras que Budapest es más de ver la ciudad en sí. Además, me dio la sensación de que Budapest tenía menos cosas para ver. En el viaje hice una comparación de las dos ciudades, quizá no muy acertada, pensarán algunos: "Praga tiene muchísimos notables, Budapest unos pocos sobresalientes".

Lo que quiero decir es que en Praga nos dio la sensación de estar aprovechando el tiempo a tope. En todo momento estábamos viendo cosas. Si por ejemplo en la guía sugerían una iglesia para ver, pero que si no la veías no pasaba nada, íbamos a verla, porque siempre se encontraba cerca, mientras que en Budapest nos daba un poco de pereza ir a ver las cosas que no son tan top como el Parlamento, la basílica de San Esteban o la Ópera, ya que estaban lejos de las cosas realmente importantes. Todo esto sumado a que parte del atractivo de Budapest es dar un paseo por sus calles o por los alrededores del Danubio sin contemplar nada en concreto, salvo la ciudad en sí, nos hizo tener esa impresión de no estar aprovechando el tiempo tanto como en Praga.

Tampoco quiero ser injusto con Budapest: cuando fuimos a Budapest llevábamos cuatro días de viaje, tres de ellos a tope en Praga, por lo cual estábamos más cansados. Quizá si hubiéramos empezado con Budapest la historia hubiera sido distinta. Además, el horrible calor que hizo en Budapest muchas veces nos conformáramos con ver lo más típico.

Creo que en Budapest se nos juntó el calor con el cansancio, y dejamos de ver cosas que ahora me arrepiento, como entrar en la Sinagoga. Sin embargo, no es de justicia decir que no me ha gustado, porque el Parlamento, la Basílica de San Esteban y, sobre todo, el conjunto de la ciudad iluminada de noche, ha sido de lo que más me ha gustado del viaje.

De lo que sí me arrepiento es de no haber dedicado más días a la República Checa. Hubiera sido perfecto haber estado los tres días que hemos estado en Praga pero además haber realizado excursiones de un día a sitios como Karlovy Vary, Cesky Krumlov o Kutná Hora, sobre todo los dos primeros mencionados. Creo que eso habría puesto la guinda al pastel. Pero bueno, así tengo una excusa para volver en un futuro a esta magnífica ciudad.

Top 10 del viaje
Quiero poner en una lista los lugares que más me han gustado del viaje, aquellas cosas que creo que hay que ver o hacer para que el viaje a Praga y a Budapest no quede cojo. No será una lista para tomar al pie de la letra: el cuarto puesto no tiene por qué haberme gustado más que el quinto, pero seguramente me habrá gustado más que el décimo.
  1. Budapest iluminada de noche
  2. Basílica de San Esteban
  3. Parlamento húngaro
  4. Conjunto de iglesias de Praga
  5. Plaza de la Ciudad Vieja
  6. Catedral de San Vito y Castillo de Praga
  7. Puente de Carlos
  8. Antiguo cementerio judío
  9. Paseo en barco por el Danubio
  10. Baños en Budapest
Como se puede ver, al comienzo de la lista aparecen zonas de Budapest, pero la mayoría son de Praga, y algunas muy genéricas como "Conjunto de iglesias de Praga". Y es que esto no ahce más que reafirmar lo que he comentado anteriormente: en Praga estábamos todo el rato conociendo cosas nuevas, maravillándonos con la boca abierta cada dos minutos, mientras que en Budapest no era así, pero cuando encontrábamos algo que nos gustaba, nos gustaba de verdad.

Pongo punto y final a esta entrada. Me ha costado mucho tiempo escribirla, y, para ser sinceros, no he quedado muy contento con el resultado. Me ha gustado tanto el viaje que creo que no he sabido expresar con palabras lo mucho que he disfrutado.

1 comentario:

  1. Me he sonrojado y todo....
    Muy buen resumen!! Y bonitas fotos, vaya par de panoramicas.

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