Dos días después de la muerte del dictor libio Muamar el Gadafi, y cuando se disparan los rumores de si murió ejecutado en vez de en un tiroteo, aparece un vídeo en el que se muestra a Gadafi capturado y pidiendo clemencia por su vida, poco antes de ser ejecutado con un tiro en la sien.
No quiero criticar desde el sillón de mi casa a quienes han ejectuado a Gadafi en vez de entregarlo a la justicia y someterlo a un juicio, como se hizo con Sadam Husein. Seguramente, el veredicto del juicio hubiera sido la muerte.
Y digo que no quiero criticarles, porque yo estoy en el sillón de su casa mientras millones de libios han sufrido una dictadura durante más de 40 años y no estoy moralmente capacitado para criticar lo que han hecho a quien ha torturado y asesinado a sus familiares, amigos y conocidos.
Sin embargo, si puedo cuestionarme lo que han hecho, y tengo el convencimiento de que hubiera sido más bonito, más justo, más humano, que quienes le mataron le hubieran dado una lección moral y le hubieran tratado como un ser humano, a diferencia de lo que hizo él con su pueblo durante tantos años.
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