sábado, 17 de diciembre de 2011

Praga y Budapest

Con algún que otro mes de retraso, edito el diario de mi viaje de ocho días a Praga y a Budapest que hice la primera semana de septiembre.

Este ha sido un viaje que me ha gustado mucho, en el que he conocido lugares maravillosos; tanto la compañía como el lugar como el tiempo han sido inmejorables, y han puesto la guinda a este año en el que he viajado como nunca lo había hecho, conociendo zonas tan distintas como pueden ser la asiática Estambul o el europeo Benelux.

Eso sí, en la República Checa me he quedado con ganas de ver algunas zonas que no he podido ver, por lo que en un futuro volveré a este hermoso país, para ver no solo Praga, sino algunas ciudades de este país tan maravilloso.

Planificación del viaje
A modo de resumen, este es el itinerario que decidimos realizar, y con el que esperábamos conocer a fondo tanto Praga como Budapest:

Martes 30 de agosto: Volar de Bilbao a Praga, vía Bruselas, llegando a Praga sobre las seis de la tarde.
Miércoles 31 de agosto: Dedicar el día entero a Praga.
Jueves 1 de agosto: Dedicar el día entero a Praga.
Viernes 2 de agosto: Dedicar el día entero a Praga.
Sábado 3 de agosto: Tomar un tren a las diez menos veinte hacia Budapest, llegando a las cuatro y media de la tarde.
Domingo 4 de agosto: Dedicar el día entero a Budapest.
Lunes 5 de agosto: Dedicar el día entero a Budapest.
Martes 6 de agosto: Dedicar el día entero a Budapest.
Miércoles 7 de agosto: Tomar un tren a las nueve y media de la mañana hacia Praga, llegando a las cuatro y veinte de la tarde.
Jueves 8 de agosto: Volar a Bilbao a primera hora de la mañana.

Como se ve, se iba a dedicar tres días completos tanto para Praga como para Budapest, y alguna que otra tarde suelta para ambas ciudades. Supusimos que sería suficiente para ver cómodamente ambas ciudades, y no nos equivocamos.

En cuanto al tiempo, teníamos una perspectiva de bastante buen tiempo, algo nuboso en Praga y caluroso en Budapest. Como veríamos con el paso de los días, en Praga tuvimos unos días soleados, sin apenas nubes en el cielo, preciosos, mientras que en Budapest no solo hubo días muy soleados, sino que el calor se hizo por momentos insoportable.

A continuación, y tras la petición de uno de los mejores críticos gastronomicos de Internet, describo los ocho días que pasé en Praga y en Budapest con algunas  fotos que espero que hagan más amena la lectura.

Día de llegada, martes 30/09/2011: Toma de contacto con Praga
Al igual que un mes antes, me embarco en un avión de Brussels Airlines. A la hora prevista, las doce y veinticinco, el avión sale dirección Bruselas, donde esperaríamos media hora para volar, curiosamente en el mismo avión, dirección Praga, donde teníamos previsto llegar a las cinco menos veinte.

Así, sin ningún contratiempo, llegamos al aeropuerto de Praga a la hora prevista. Tras dejar nuestras cosas en el hotel, el Ibis Old Town, que se encuentra a apenas unos metros de la Torre de la Pólvora, salimos decididos a aprovechar las últimas horas del día para conocer la ciudad, pues todavía son las seis y media de la tarde.

En unos minutos comprendemos que está todo muy cerca. Y es que en diez minutos nos encontramos en la Plaza de la Ciudad Vieja, una de las joyas de Praga. En ella contemplamos, encajonada, la Catedral de Nuestra Señora del Týn. Seguimos paseando y nos dirigimos hacia el puente de Carlos, a donde llegamos en menos de diez minutos. Desde ahí contemplamos un precioso atardecer, viendo cómo se pone el sol tras las casas de Malá Strana. Mejor no podíamos empezar el viaje.

Atardecer en Praga desde el puente de Carlos

Tras media hora en el puente de Carlos, recorriéndolo, sacando fotos, y viendo el atardecer, nos dirigimos a cenar hacia la zona de la plaza de la Ciudad Vieja. Decidimos entrar en el Hard-Rock Café, donde nunca había estado. Tras cenar una hamburguesa y un brownie con helado, volvemos al puente de Carlos a hacer unas pocas fotos, y regresamos prontito al hotel, apenas pasadas las diez de la noche. Y es que el día siguiente tocaba madrugar.

Castillo de Praga iluminado desde el puente de Carlos

Iglesia de Nuestra Señora del Týn

Día 1, miércoles 31/09/2011: Castillo de Praga y Malá Strana
Comienza nuestra visita a Praga en serio, con itinerario y rumbo claro. Este es el día que más cosas hay que ver, pues hemos decidido comenzar Praga conociendo la zona de Castillo y terminarlo viendo la zona de Malá Strana, es decir, la zona que se encuentra a la otra orilla del Moldava.

Como tenemos mucho miedo de que haya muchos turistas en la zona del Castillo, nos levantamos a las siete de la mañana, desayunamos, y vamos en metro hasta la estación de Malostranská, desde donde alcanzamos el Castillo de Praga tras atravesar la famosa calle Nerudova, dando nuestros primeros pasos por Malá Strana. Tras hacer unas fotos de las vistas de Malá Strana y Praga desde los alrededores del Castillo, entramos en este minutos después de las nueve de la mañana. Nada más entrar contemplamos la Catedral de San Vito, la cual puede verse desde muchísimos puntos de la ciudad, completamente encajonada; y es que es muy curiosa la primera vista que tiene el turista de dicha catedral.

Entramos en ella y la recorremos durante unos veinte minutos. La verdad es que es muy bonita; nos gustan mucho las vidrieras y los reflejos de estas sobre las paredes, así como la tumba de san Juan Nepomuceno, que encontramos espectacular.

Tumba de san Juan Nepomuceno

Tras salir de la Catedral, hacemos unas fotos en la plaza aprovechando que todavía no han aparecido los turistas y visitamos el convento y la basílica de San Jorge, ya que teníamos que hacer tiempo para poder subir a la torre de la Catedral, que no abría hasta las diez.

Una vez llegada la hora, subimos hasta la torre, solo por detrás de un par de chicas. Quince minutos en la torre son suficientes para admirar Praga, destacando el barrio de Malá Strana. El día nos sigue acompañando y podemos hacer unas preciosas fotos de la ciudad.

Praga desde la Catedral de San Vito

Seguidamente, empleamos el resto de la mañana en recorrer las distintas zonas del Castillo, destacando entre ellas el Callejón Dorado, donde entramos en una de las casas en las que vivió Franz Kafka.

Una vez visto el Castillo y tras observar el cambio de guardia, que se produce a las doce del mediodía, nos dirigimos hacia el monasterio de Strahov, pasando previamente por distintos edificios, entre los que destaca el Loreto, que vemos por fuera, sin llegar a entrar en él. En el monasterio de Strahov hacemos un pequeño descanso, puesto que la biblioteca no abre hasta la una de la tarde y queda todavía media hora.

Tras ver a través de unas rejas la iglesia del monasterio, muy bonita pero que no abre hasta las seis de la tarde (el monasterio y el Loreto tenían unos horarios un tanto raros, cerrando de doce y cuarto a una, abriendo la iglesia a las seis...), entramos en la biblioteca del monasterio, donde admiramos, a través de una puerta abierta, las preciosas Sala Teológica y Sala Filosófica. Son preciosas, lo que hace que sea una verdadera lástima que no se pueda entrar en ellas.

Así, apenas unos minutos después de la una de la tarde, damos por finalizada la visita a la zona del Castillo de Praga. Desde ahí hemos podido obtener unas preciosas vistas de Praga, acompañadas por el buen tiempo, y hemos podido ver las zonas más importantes del Castillo sin apenas turistas. Desde luego, el madrugón ha merecido la pena. Como único lunar, no haber podido entrar en el Loreto, pero como era lo que menos me importaba de esa zona, se puede decir que la mañana ha salido perfecta.

Decidimos bajar hacia  el barrio de Malá Strana para comer ahí y visitarlo por la tarde. Así pues, nos ponemos en camino, y tras recorrer por segunda vez en el día la preciosa calle Nerudova, nos sentamos a comer en un restaurante italiano al lado de la iglesia de San Nicolás.

Una vez terminada la comida, a las dos y media, entramos en la iglesia de San Nicolás, que admiramos durante un cuarto de hora. La encontramos más pequeña de lo esperado, pero bastante bonita. Y es que si algo nos ha gustado de Praga han sido sus iglesias; la mayoría de ellas muy ornamentadas. Esta en concreto es preciosa, y nos encanta los frescos del techo así como la decoración de las paredes, las cuales son completamente de mármol.

Interior de la iglesia de San Nicolás de Malá Strana

Una vez visitada, subimos a la torre de la misma iglesia, desde donde se observan unas vistas de Praga bastante bonitas, si bien no tienen comparación con las que se ven desde la torre de la Catedral de San Vito. No obstante, las vistas del puente de Carlos son bastante más bonitas desde esta torre, puesto que se encuentra más cerca del puente que la Catedral de San Vito. En dicha torre observamos cómo un hombre vestido con un traje medieval, una especie de paje real, toca una trompeta a las tres en punto. Con el paso de los días descubriríamos que a las horas en punto se toca la trompeta en algunas de las torres más características de la ciudad, como algunas iglesias o el puente de Carlos, lo que le da un toque medieval a la ciudad.

Una vez en la calle, y tras tomar un café en un Starbucks, empleamos el resto de la tarde en recorrer las calles de Malá Strana, donde destaca el palacio y los jardines Wallenstein entre otros muchos lugares. Tras ver el conocido muro de John Lennon, damos un paseo por la isla de Kampa, desde donde se tiene otra perspectiva del puente de Carlos. Nos acercamos también al jardín Ledebour, pero no entramos en él. Como se ve, parte de la tarde la dedicamos a callejear por Malá Strana.

Finalmente, a las cinco y media llegamos al puente de Carlos, donde nos quedamos unos cincuenta minutos descansando, sacando fotos, viendo a la gente pasar, las vistas del Moldava y de Malá Strana...

Por último, llegamos al hotel minutos después de las seis y media, donde descansamos un rato ante de salir a cenar. Como se puede ver, el primer día ha cubierto nuestras expectativas: hemos visto tanto la zona del Castillo como Malá Strana, así como el Monasterio Strahov. Salvo el Loreto, que era lo que menos nos interesaba, y la iglesia del monasterio de Strahov, que hemos podido ver a través de unas rejas, hemos visto todo lo que teníamos previsto.

Después de cenar, damos una vuelta hasta el puente de Carlos, donde estamos muy poquito tiempo ya que estamos cansados y sabíamos que ya iríamos más días ahí. Finalmente, nos vamos a descansar, ya que el día siguiente también teníamos intención de madrugar.

Día 2, jueves 01/09/2011: Barrio judío y Ciudad Vieja
Comienza nuestro segundo día en Praga, el último que teníamos que madrugar. Queríamos dedicar la mañana a ver el barrio judío, donde destaca por encima de todo el antiguo cementerio judío. Como habíamos oído que solía haber mucha gente en el cementerio decidimos presentarnos ahí a las nueve de la mañana, justo cuando lo abren, para verlo con la menor cantidad de turistas posibles, para que conservara el "encanto" que tiene un cementerio.

Así, nos levantamos otra vez a las siete de la mañana y nos presentamos en el cementerio diez minutos antes de la apertura. Sin esperar ninguna cola, compramos la entrada que da acceso tanto al cementerio como a varias de las sinagogas y entramos.

La verdad es que fue una delicia poder ver el cementerio sin nadie de gente, ya que me dio la sensación de que lleno de turistas pierde todo su encanto. Me gustó mucho, ya que, al igual que la Cisterna Basílica de Estambul, es algo distinto a lo que te encuentras cuando viajas, algo que no te ofrecen el resto de ciudades.

Así, tras ver la sinagoga Pinkas, en cuyas paredes aparece escrito el nombre de todos los judíos checos que murieron víctimas de las nazis y en cuyo segundo piso se puede observar una colección de dibujos hechos por niños judíos en el campo de concentración de Terezín, que durante un rato te borran la sonrisa, paseamos por el cementerio durante media hora, prácticamente solos, con apenas un turista con nosotros. Parece que acertamos decidiendo ver el cementerio a primera hora de la mañana, aunque quizá podríamos haber dormido un poco más, pero no me arrepiento, volvería a ir a esa hora para encontrármelo igual de desierto.

Antiguo cementerio judío

Seguidamente, y como viene incluido en la entrada, entramos en una especie de museo, el City Hall, que no venía en ninguna de las guías que teníamos, y visitamos el resto de las sinagogas del barrio judío: la sinagoga Alta, la sinagoga Maisel, y la Sinagoga Vieja Nueva, la más antigua de Europa, la sinagoga española, cuya decoración interior nos cautiva: sin duda, la más bonita de todas las que hemos visto. De camino, admiramos los elegantes edificios del barrio judío, algunos de los cuales son francamente bonitos. Además, anotamos la dirección de una sinagoga que no venía en las guías que habíamos leído y que se encuentra alejada del barrio judío: la sinagoga de Jerusalem.

Para acabar con el barrio judío, también llamado Josefov, entramos en el Convento de Santa Inés, donde no estamos mucho tiempo, ya que no es más que un museo, y como he dicho en anteriores ocasiones, no soy muy amante de los museos.

Como se ve, el barrio judío lo visitamos en muy poco tiempo, por lo que poco antes de las doce estamos ya en la plaza de la Ciudad Vieja, dispuestos a conocer esta parte de la ciudad. Hay que decir que como el hotel lo teníamos muy cerca ya habíamos pasado muchas veces por la zona y habíamos hecho muchas fotos, así que lo que quedaba de mañana y la tarde la íbamos a dedicar a entrar en iglesias, edificios y pasear de forma más tranquila por sus calles.

Lo primero que hacemos, aprovechando que quedan unos pocos minutos para las doce, es ir a ver el reloj astronómico y el espectáculo que se forma en las horas en punto. Al acabar, como suponíamos que habría mucha gente que querría subir a la torre del ayuntamiento, ya que el reloj se encuentra en la base de la torre, decidimos ir a ver el interior de la iglesia de San Nicolás (hay una iglesia llamada así en Malá Strana y otra en la plaza de la Ciudad Vieja). Sin embargo, nos dicen que no abren hasta las tres, así que hacemos algo de tiempo sacando fotos en la plaza, y a las doce y veinte decidimos subir a la torre del ayuntamiento.

Al subir nos ocurre una anécdota divertida, ya que en la entrada nos preguntan el idioma, y, tras decir "spanish", el chico, sin decirnos ni una palabra, va a un cesto y nos da una tira de papel donde aparece escrito en español unas indicaciones para subir a la torre, lo cual nos parece muy curioso.

Indicaciones para subir a la torre del Ayuntamiento

Tras reírnos con la anécdota, subimos a la torre, donde nos pasamos veinte minutos sacando fotos. Volvemos a bajar y hacemos algo de tiempo hasta la una y media, momento en el que comemos, bastante bien por cierto, en un italiano que se encuentra detrás de la iglesia de Nuestra Señora del Týn.


Plaza de la Ciudad Vieja desde la torre del Ayuntamiento

Al acabar de comer, una hora después, decidimos ir a conocer las zonas menos importantes de la Ciudad Vieja. Así, nos dirigimos a la iglesia de Santiago, que se encuentra muy cerca de la iglesia de Nuestra Señora del Týn, llevándonos una agradable sorpresa. Y es que la encontramos impresionantemente bonita, cuando en realidad no esperábamos que fuera más que una iglesia sin más. Fue con esta iglesia con la que nos dimos cuenta que las iglesias pequeñas de Praga iban a merecer mucho la pena.

A las tres de la tarde entramos en la iglesia de San Nicolás, que encontramos muy bonita y similar a la que se encuentra en Malá Strana, si bien la otra nos gusta más. Dedicamos el resto de la tarde a dar un paseo cerca del río y por las callejuelas de la Ciudad Vieja. Intentamos entrar en el Clementinum, pero estaban en obras, lo que me decepcionó un poco, porque tenía muchas ganas de verlo. A las cinco y media decidimos ir al hotel a descansar, ya que a las ocho teníamos un crucero con cena incluida por el Moldava.

Interior de la iglesia de San Nicolás (Ciudad Vieja)

Por la noche, cuando llegamos al crucero, nos llevamos una desagradable sorpresa: nuestra velada romántica en el crucero tiene que ser compartida con dos italianos, ya que no hay mesas suficientes para todas las parejas, así que nos sentamos los cuatro en una mesa, que bien podría ser para dos personas, y compartimos cena sin hablar y prácticamente sin mirarnos. Al principio la situación es un poco incómoda, pero luego supimos ignorarnos mutuamente.

A pesar de ello, no nos podemos quejar del crucero: pudimos ver Praga desde otra perspectiva e incluso hubo fuegos artificiales que amenizaron el crucero.

Aunque es más típico un crucero por el Danubio, creo que hicimos bien cogiendo el crucero por el Moldava, por hacer una noche diferente y no ir todas al mismo sitio a hacer las mismas fotos. Además, hicimos bien dejándolo para una noche intermedia, para así poder dejar la última noche para que viéramos, a nuestro aire, lo que más nos había gustado los días anteriores.

Día 3, viernes 02/09/2011: Ciudad Nueva y Monte Petřín
Nuestro último día en Praga lo íbamos a dedicar a conocer la zona menos importante, al menos para nosotros, de Praga: la Ciudad Nueva. Además, teníamos previsto subir al monte Petřín, la zona desde donde se tienen las mejores vistas de Praga, cuando acabáramos de ver la Ciudad Nueva, ya que sería lo único que nos quedaría por ver.

A diferencia de los otros dos días, ponemos el despertador un poco más tarde que los últimos dos días, de forma que nos presentamos en la plaza Wenceslao minutos antes de las nueve y media. Nos pasamos casi una hora andando por la plaza y por sus alrededores, sacando fotos desde distintas zonas, y entramos en la iglesia de Nuestra Señora de las Nieves, que a pesar de ser bonita, no nos impresiona tanto como otras que hemos visto en Praga. Eso sí, como todas las que hemos visto en Praga, la iglesia está muy decorada.

Iglesia de Nuestra Señora de las Nieves

Recorremos la plaza despacio, viendo los distintos edificios, como la casa Wielh, hasta llegar al final de la plaza, donde intentamos entrar en el Museo Nacional para ver su magnífico interior, pero este está en obras y un malhumorado checo nos dice que no podemos entrar (es lo que suponemos, porque el hombre no hacía más que gritar en checo). Así, una vez vista la plaza Wenceslao continuamos hacia el siguiente punto de nuestro recorrido: la plaza de Carlos.

Plaza Wenceslao con el Museo Nacional al fondo

En la plaza de Carlos realizamos otro descubrimiento similar al del día anterior con la iglesia de Santiago: la iglesia de San Ignacio, que encontramos tanto o más bonita que la de Santiago. Tras verla, nos dedicamos a ver los alrededores de la plaza, viendo por primera vez el edificio de Gery, o la iglesia de San Cirilo y San Metodio, famosa por ser el lugar donde se escondieron, y posteriormente suicidaron, un comando de paracaidistas que asesinó al jefe de los nazis en el Protectorado de Bohemia y Moravia, y donde todavía se pueden observar en la pared los agujeros de balas procedentes de los nazis que cercaban la iglesia.

Interior de la iglesia de San Ignacio

Continuamos callejeando y para las once y media de la mañana ya habíamos terminado de ver la Ciudad Nueva. La verdad es que es bastante diferente al resto de Praga, ya que no tiene el ambiente medieval del resto de la ciudad, y, salvo los alrededores de las dos plazas, no hay mucho que ver, por lo que creo que hicimos bien en dejar dicha zona para el último lugar, para así poderla ver más rápidamente o lentamente en función del tiempo disponible.

Como ya solo nos quedaba subir al monte Petřín, nos dedicamos a descansar un rato a orillas del río, viendo cómo se acercaban los cisnes para que les diéramos de comer, y damos un paseo por la orilla del río hasta el funicular con el cual se sube al monte Petřín, donde finalizaríamos nuestra visita a Praga.
Moldava con la catedral de San Vito al fondo

Moldava

Así, a la una menos cuarto ya estábamos en el monte Petřín, por lo que lo primero que hacemos es dirigirnos hacia la torre de Petřín, donde desde sus 60 metros de altura se ven las mejores vistas de la ciudad. Además, había que aprovechar que, para no variar, nuestro tercer día en Praga estaba siendo bañado por un sol espléndido, a pesar de que las previsiones que había cuando salimos de Bilbao auguraban un poco de lluvia para ese día. Así, tras hacer las fotos correspondientes, a la una y cuarto bajamos de lo alto de la torre y damos por finalizada nuestra visita a Praga: en apenas dos días y medio hemos visto todo lo que teníamos previsto.

Panorámica de Praga desde la torre Petřín

Praga desde la torre Petřín

Sin dar apenas ninguna vuelta por la zona, pues estamos casnados y tenemos hambre, bajamos a Malá Strana, donde comemos, otra vez, en un restaurante italiano con una pinta excelente. Tras comer y descansar un poco en las laderas del monte Petřín, dedicamos la tarde a recorrer alguna de las zonas que más nos han gustado, y viendo por fuera la sinagoga de Jerusalem, una sinagoga muy curiosa de la cual, inexplicablemente, no habíamos oído hablar hasta que el día anterior hicimos el tour por el barrio judío.

Calle estrecha con semáforo, cerca del puente de Carlos


Sinagoga de Jerusalem

Tras hacer las fotos de rigor e ir al hotel a descansar, fuimos a cenar a una típica cervecera checa: Pivovarsky dum, ya que no queríamos abandonar Praga sin sumergirnos en su cultura gastronómica. Así, en vez de ir a la U Fleků, la más turística pero de la que había oído malos comentarios, elegimos una menos conocida pero donde pudimos degustar los tradicionales platos checos, como el gulash, y una cerveza hecha en el mismo local, con más tranquilidad que en U Fleků.

La cerveza estaba rica, y los tres platos que comimos nos gustaron mucho. Eso sí, echamos en falta un poco más de carne, ya que los platos tenían mucha salsa pero apenas carne, pues estaban compuestos de unos trozos de carne, con mucha salsa y muchísimo pan muy denso para mojar.

Gulash

Día 4, sábado 03/09/2011: Viaje a Budapest y toma de contacto con la ciudad
Comenzaba el primero de nuestros dos días puente, ya que más de la mitad de este día iba a dedicarse a viajar en tren hasta Budapest, puesto que salíamos de Praga a las 9:39 y llegábamos en un principio a Budapest a las 16:35. Como comprobamos, apenas llegamos quince minutos más tarde, así que no nos podíamos quejar del servicio de transportes.

Nada más salir de la estación constatamos que Budapest iba a ser completamente distintos a Praga, algo que ya intuíamos al comenzar este viaje.

Tras dejar las cosas en nuestro hotel, el Mercure Budapest City Center, situado en plena calle Váci Utca, nos dedicamos a dar una vuelta por la zona de Pest, viendo los edificios de la zona y contemplando por primera vez el Danubio. Como suponíamos cuando veíamos los mapas de Budapest en casa, en directo nos da también la sensación de que la zona a visitar es muy grande y que tendríamos que andar mucho más si cabe de lo que habíamos andado en Praga. Con el paso de los días constataríamos que aunque es verdad que hay que andar mucho más en Budapest que en Praga, en Budapest había que andar menos que lo que pensábamos, pues los mapas nos engañaron.
Por la noche, salimos a dar una vuelta por el Danubio y nos quedamos impresionados. Habíamos oído que por la noche Budapest era, si no la más, una de las ciudades más bonitas de Europa, y como pudimos constatar así es, o al menos así nos parece. La Basílica de San Esteban es impresionante, espectacular, y se convierte al instante en el edificio que más me ha gustado en todo lo que llevamos de viaje. El puente de las Cadenas iluminado, el Palacio Real, la iglesia de Matías y el Bastión de los Pescadores... todo iluminado es realmente bonito, espectacular.

Puente de las Cadenas iluminado

Iglesia de Matías y Bastión de los Pescadores iluminados

Basílica de San Esteban iluminada

Día 5, domingo 04/09/2011: Parlamento, Basílica de San Esteban y Ópera
Tras lo visto el día anterior, y tras lo que habíamos preparado, en Budapest tenemos, a diferencia de en Praga, la sensación de que no es necesario levantarnos tan pronto, ya que si bien la zona es más grande, no hay tantas cosas para visitar, así que ponemos el despertador todos los días a las ocho de la mañana, con el fin de desansar un poquito más, ya que ya llevábamos unos días de madrugones que poco a poco iban haciendo mella.

Este primer día lo habíamos pensado dedicar a ver toda la zona de los alrededores del Parlamento, ya que teníamos programada una visita guiada por su interior, realizando también otra visita guiada en la Ópera y entrando en la Basílica de San Esteban, viendo de esta forma los tres edificios más turísticos de la zona de Pest.

Como tenemos reservada la visita en el Parlamento a las doce menos cuarto, decidimos ir dirección al Parlamento dando un paseo, ya que había que sacar las entradas un tiempo antes.

Así, a las nueve y veinte entramos en la Basílica de San Esteban, que ya el día anterior habíamos encontrado monumental por fuera. Por dentro no es menos impresionante, pero no la vemos con total comodidad posible ya que, al ser domingo, estaban en misa, y nos daba un poco de apuro ir de turistas por el templo. No obstante, diez minutos nos sirven para admirarla por encima y para saber que volveríamos a verla.

Cuando salimos decidimos subir a la torre de la Basílica, pero esta no abre hasta las diez, por lo que decidimos ir en dirección al Parlamento dando un paseo por el Danubio, pues bien podríamos volver otro día. Así, nos dirigimos al Danubio y comenzamos a pasear en dirección hacia el Parlamento sacando fotos en todo momento, aprovechando el magnífico día que hace.

Palacio Real y puente de las Cadenas

Iglesia de Matías y Bastión de los Pescadores, desde la orilla de Pest

Panorámica de Buda

De camino nos encontramos con el monumento de los zapatos, que se encuentra un poco antes de llegar al Parlamento, y que recuerda a los judíos que murieron ahogados o fusilados en el Danubio durante la Segunda Guerra Mundial.

Monumento de los zapatos, con el Parlamento al fondo

A las diez llegamos al Parlamento, donde empezamos a constatar que las distancias no son tan grandes como imaginábamos en un principio, y tras sacar una serie de fotos al Parlamento y a los alrededores, Museo Etnográfico y Ministerio de Agricultura incluidos, y sacar las entradas para la visita de las once y media, nos encontramos con que son las diez y veinte y no tenemos nada que hacer, así que decidimos volver a la Basílica de San Esteban para subir a la torre.

Como no tenemos mucho tiempo, vamos directos, sin pararnos a hacer fotos a los distintos edificios que vemos, y llegamos en apenas diez minutos (cómo engañan a veces los mapas). Una vez en la torre, cuya subida no se hace precisamente en dos minutos, nos pasamos diez minutos sacando fotos de la ciudad, aunque la verdad es que las vistas tampoco es que sean espectaculares, porque no se puede ver el Danubio y los edificios importantes no tienen una bonita vista desde ahí.

Budapest desde la torre de la Basílica de San Esteban

Una vez hechas las fotos de rigor, bajamos y nos dirigimos de nuevo hacia el Parlamento, con el objetivo de llegar diez o quince minutos antes de la visita guiada y esperar bajo un sol abrasador. Durante la espera, observamos a unos corredores que están haciendo una maratón o media maratón por alguna causa judía (Budapest y los judíos están muy ligados) sorprendiéndonos de que haya tanta gente capaz de correr con tal calor.

Por fin, a las once y media empieza la visita guiada en castellano al edificio más conocido de Hungría. La visita, de cuarenta minutos de duración, se hace amena e interesante, y el edifico por dentro es espectacular: tanto por dentro como por fuera nos encanta.

Escalera principal del Parlamento

Al salir del Parlamento decidimos ir a comer a la plaza de Franz Liszt, ya que se encuentra cerca de la Ópera, donde teníamos previsto hacer la visita guiada en castellano. Qué decir de la Ópera: al igual que el Parlamento, es preciosa por dentro. Sin embargo, el excesivo calor de ese día me provoca un pequeño mareo que me impide disfrutarla por completo, estando más pendiente del reloj que de la visita en sí. Una pena porque durante lo poco que pude disfrutar me di cuenta de que era muy bonita, similar al Parlamento.

Al salir, a las cuatro de la tarde, descansamos un rato en una sombra y nos dirigimos hacia la Sinagoga Judía, la más grande de Europa, y que tenía muchas ganas de conocer. Como no podíamos entrar ese día, porque había un concierto o algo parecido, decidimos, a pesar de que solo son las cuatro y media, ir al hotel a descansar ya que el calor que hacía impedía ver la ciudad en condiciones.

Así, a las seis de la tarde volvemos a salir del hotel y nos pasamos el resto de la tarde sacando fotos de Budapest, viendo el atardecer en el Danubio y volviendo a contemplar la que seguramente sea la ciudad más bonita de Europa de noche.

Atardecer en Budapest

Por último, y para completar el día, cenamos en un restaurante italiano espectacular, desde donde se tenían unas preciosas vistas de la Basílica de San Esteban.

Día 6, lunes 05/09/2011: Zona del Castillo, isla Margarita, Plaza de los Héroes y crucero por el Danubio
En un principio, este día iba a dedicarse por completo a Buda, incluido el monte Géllert. Sin embargo, nos da la sensación de que sería demasiado y que no nos daría tiempo en un día, así que decidimos comenzar por la zona del Castillo. Sin embargo, como iríamos descubriendo a lo largo del día, nos habría dado tiempo a verlo todo en el mismo día. Pero bueno, así tuvimos una excusa para volver al día siguiente a Buda.

Así, con un calor que en ocasiones se torna insoportable, cruzamos el puente de las Cadenas y subimos en el funicular hasta la zona cercana al Palacio Real, donde llegamos sobre las nueve y media. Durante media hora recorremos los alrededores del Palacio Real, un edificio que encuentro mucho más bonito visto desde el puente de las Cadenas y, cómo no, iluminado de noche. De esa zona, quizá lo que más me gusta es la Fuente de Matías, que se encuentra en la parte de atrás del palacio.

Además, desde el Palacio Real se pueden observar unas preciosas vistas de Budapest, con el Danubio, el puente de las Cadenas y el Parlamento.

Parlamento desde el Palacio Real

Puente de las Cadenas desde el Palacio Real

Tras acabar con dicha zona nos dirigimos hacia el Bastión de los Pescadores y la iglesia de Matías. El Bastión no deja de ser un mirador desde donde se pueden admirar unas preciosas vistas de la ciudad, pero que tampoco tienen que envidiar a las vistas desde otros sitios. No obstante, el estilo neogótico del Bastión, con su peculiar arquitectura, hace que haya sido uno de los lugares que más me ha gustado de Budapest.

Bastión de los Pescadores

Justo al lado del Bastión de los Pescadores se encuentra la iglesia de Matías, a donde entramos tras pagar entrada. Es una iglesia curiosa, distinta a las que hemos visto a lo largo del viaje, pero, desgraciadamente, comparada con las iglesias de Praga, o con la misma Basílica de San Esteban de Budapest, para nosotros sale perdiendo. Lo mejor, desde nuestro punto de vista, su figura iluminada de noche, vista desde la zona de Pest.

Iglesia de Matías

Tras dar una vuelta tranquila por la zona del Castillo y volver a sacarnos unas fotos en el Bastión de los Pescadores, nos dirigimos hacia isla Margarita, pasando previamente por la iglesia Calvinista y la iglesia de Santa Ana, de la cual se dice que su interior es de los más espectaculares de Budapest, pero que no podemos ver por estar cerrada. Durante todo ese paseo por el Danubio, aprovechamos para hacer las típicas fotos del Parlamento.

Parlamento

Así, a la una menos veinte llegamos a isla Margarita, donde descansamos durante una media hora. La verdad es que no le encontramos el encanto: no deja de ser un parque que está en una isla en mitad del Danubio. Tras descansar un rato, decidimos ir a comer a la misma zona donde comimos el día anterior, en la plaza Franz Liszt. Sin embargo, en isla Margarita no hay metro, sino tranvía y tren, y como las indicaciones no son todo lo fáciles de entender como deberían, tardamos casi dos horas en llegar a dicha plaza para comer. Al menos, no teníamos ningún tipo de prisa, gracias a que ya habíamos visto casi todo lo importante y que todavía nos quedaba un día y medio en Budapest.

Tras acabar de comer, recorremos la Avenida Andrássy, calle incluida dentro del Patrimonio Mundial de la Humanidad, hasta llegar hasta la Plaza de los Héroes, otro de los lugares más característicos de Budapest. Recorremos la avenida admirando sus edificios, sin entrar en el Museo del Terror, sitio que tenía marcado como imprescindible al iniciar el viaje. Sin embargo, el cansancio acumulado y el calor me desaniman un poco: quiero llegar a la Plaza de los Héroes e ir a descansar al hotel.

En la Plaza de los Héroes hacemos las típicas fotos y recorremos los alrededores, llegando hasta los baños Széchenyi, donde nos informamos de los precios, ya que teníamos previsto llegar al día siguiente.

Plaza de los Héroes

Finalmente, a las cinco decidimos tomar el metro para volver al hotel a descansar. Cómo no, elegimos la línea 1 del metro, también incluida en la lista del Patrimonio Mundial, ya que la estación es similar, por no decir idéntica, a la que había a principios de siglo.

Tras descansar un rato, y salir a dar una vuelta una vez que el calor ya no es tan sofocante, cenamos y nos dirigimos al muelle para coger el barco, ya que nos esperaba un crucero de una hora por el Danubio, desde donde contemplaríamos una Budapest iluminada desde una perspectiva distinta de los dos días anteriores. Cómo no, el crucero es precioso, y las vistas de la ciudad, inmejorables. Y es que, como no me canso de repetir, Budapest de noche es una ciudad preciosa.

Día 7, martes 06/09/2011: Monte Géllert y baños en Széchenyi.
Amanece en nuestro último día en Budapest, y ya apenas nos queda ver la zona del monte Géllert, unas cuantas cosas sueltas, y darnos un merecido descanso en los baños Széchenyi.

Decidimos ir andando al monte Géllert, ya que de camino queríamos entrar en el famoso Mercado Central de Budapest. Entramos y lo recorremos durante unos pocos minutos, prestando sobre todo atención a los puestos de souvenirs que se encuentran en la segunda planta del mercado.

Una vez visto el Mercado, prácticamente el único edificio importante de Pest que nos faltaba por ver, nos dirigimos hacia la zona de Buda, comenzando nuestra visita en el hotel Géllert, magnífico ejemplar de los lujosos hoteles de finales del siglo XIX. Tras verlo por dentro, entramos en la iglesia rupestre, que se encuentra justo enfrente. Hay que decir que, de todas, era la iglesia más mística de todas las que hemos visitado: era la única en la que se sugería a las mujeres que se taparan los hombros.

Excavada en la roca, es una iglesia completamente distinta a las que hemos visto durante el viaje, y, seguramente por eso, me ha gustado.

Interior de la iglesia Rupestre

Son las diez y cuarto y, con un sol que no pega tan fuerte como los otros días, nos disponemos a subir el monte Géllert, con intención de obtener las mejores vistas de Budapest desde sus múltiples miradores, lo que hacemos en menos tiempo del previsto. Así, en poco más de una hora subimos hasta el Monumento a la Liberación, sacamos unas preciosas vistas de Budapest, contemplamos las vistas, y volvemos a bajar el monte, acabando esta vez en el puente de Isabel.

Puente de la Libertad desde el monte Géllert

Budapest desde el monte Géllert

El resto de la mañana lo dedicamos a pasear por Budapest, volviendo a la Basílica de San Esteban, donde, ya sin misa, la contemplamos con total tranquilidad, admirando una de las iglesias que más nos han gustado del viaje, y viendo, cómo no, la mano de San Esteban, el primer rey de Hungría.

Tras comer y reposar un rato, dedicamos la tarde a darnos un merecido descanso en los baños Széchenyi, algo indispensable para cualquier turista que visite Budapest. La elección del baño dependerá de cada persona, unos preferirán los baños Géllert, otros los Széchenyi, otros los Rodas... la cuestión es que es casi obligatorio relajarse en unos baños termales cuando uno visita Budapest, al igual que relajarse en unos baños turcos cuando uno visita Estambul.

Los baños Széchenyi son mixtos, y disponen tanto de varias piscinas al aire libre con agua a casi 40º C y con alguna piscina que, salvando las distancias, bien podría estar en un aquapark. Además, dispone en su interior de múltiples piscinas con agua fría, caliente... donde se puede hacer un recorrido que relajará al turista tras una completa visita de Budapest.

Tras el descanso, y tras olvidarnos de visitar el reloj de arena que se encuentra cerca de la zona de los baños (el cansancio acumuilado nos fue haciendo poco a poco perezosos u olvidadizos), volvemos al hotel, donde hacemos las maletas y salimos a cenar, otra vez en el mismo restaurante que el primer día, dando nuestro enésimo paseo por el Danubio viendo la ciudad de noche, saboreándola por última vez.

Día 8, miércoles 07/09/2011: Vuelta a Praga
Al igual que en la día, dedicamos más de medio día a volver a Praga en tren. No obstante, a las seis y media de la tarde nos encontramos en la plaza de la Ciudad Vieja haciendo fotos y paseando por última vez por esta preciosa ciudad que tanto nos ha encantado.

Día de salida, jueves 08/09/2011: Vuelta a Bilbao
Se acabó el viaje. Toca madrugar para volver a Bilbao. Y lo hacemos con la satisfacción de haber tenido un viaje inmejorable: los lugares que hemos conocido han sido preciosos; el tiempo, esplendido; la compañía, mejor. Solo nos queda decir adiós a dos de las ciudades más bonitas de Europa.

¿Praga o Budapest?
Cuando uno realiza un viaje de este tipo (Praga-Budapest, Praga-Viena, Venecia-Florencia) siempre te preguntan lo mismo: "¿y qué te ha gustado más?". Como si siempre hubiera que estar eligiendo, no pudiendo quedarse uno con todo, máxime cuando las ciudades que ves son completamente diferentes.

Sin embargo, voy a responder a esa pregunta, y, aunque las dos ciudades me han gustado mucho, tengo que reconocer que seguramente me decanto por Praga.

Me han parecido dos ciudades completamente diferentes. Por un lado, en Praga todo está muy cerca lo uno de lo otro, prácticamente puedes visitar todo andando, mientras que en Budapest los sitios de interés están más alejados los unos de los otros. Además, Praga es más de ver iglesias, edificios antiguos... es más un parque temático medieval, mientras que Budapest es más de ver la ciudad en sí. Además, me dio la sensación de que Budapest tenía menos cosas para ver. En el viaje hice una comparación de las dos ciudades, quizá no muy acertada, pensarán algunos: "Praga tiene muchísimos notables, Budapest unos pocos sobresalientes".

Lo que quiero decir es que en Praga nos dio la sensación de estar aprovechando el tiempo a tope. En todo momento estábamos viendo cosas. Si por ejemplo en la guía sugerían una iglesia para ver, pero que si no la veías no pasaba nada, íbamos a verla, porque siempre se encontraba cerca, mientras que en Budapest nos daba un poco de pereza ir a ver las cosas que no son tan top como el Parlamento, la basílica de San Esteban o la Ópera, ya que estaban lejos de las cosas realmente importantes. Todo esto sumado a que parte del atractivo de Budapest es dar un paseo por sus calles o por los alrededores del Danubio sin contemplar nada en concreto, salvo la ciudad en sí, nos hizo tener esa impresión de no estar aprovechando el tiempo tanto como en Praga.

Tampoco quiero ser injusto con Budapest: cuando fuimos a Budapest llevábamos cuatro días de viaje, tres de ellos a tope en Praga, por lo cual estábamos más cansados. Quizá si hubiéramos empezado con Budapest la historia hubiera sido distinta. Además, el horrible calor que hizo en Budapest muchas veces nos conformáramos con ver lo más típico.

Creo que en Budapest se nos juntó el calor con el cansancio, y dejamos de ver cosas que ahora me arrepiento, como entrar en la Sinagoga. Sin embargo, no es de justicia decir que no me ha gustado, porque el Parlamento, la Basílica de San Esteban y, sobre todo, el conjunto de la ciudad iluminada de noche, ha sido de lo que más me ha gustado del viaje.

De lo que sí me arrepiento es de no haber dedicado más días a la República Checa. Hubiera sido perfecto haber estado los tres días que hemos estado en Praga pero además haber realizado excursiones de un día a sitios como Karlovy Vary, Cesky Krumlov o Kutná Hora, sobre todo los dos primeros mencionados. Creo que eso habría puesto la guinda al pastel. Pero bueno, así tengo una excusa para volver en un futuro a esta magnífica ciudad.

Top 10 del viaje
Quiero poner en una lista los lugares que más me han gustado del viaje, aquellas cosas que creo que hay que ver o hacer para que el viaje a Praga y a Budapest no quede cojo. No será una lista para tomar al pie de la letra: el cuarto puesto no tiene por qué haberme gustado más que el quinto, pero seguramente me habrá gustado más que el décimo.
  1. Budapest iluminada de noche
  2. Basílica de San Esteban
  3. Parlamento húngaro
  4. Conjunto de iglesias de Praga
  5. Plaza de la Ciudad Vieja
  6. Catedral de San Vito y Castillo de Praga
  7. Puente de Carlos
  8. Antiguo cementerio judío
  9. Paseo en barco por el Danubio
  10. Baños en Budapest
Como se puede ver, al comienzo de la lista aparecen zonas de Budapest, pero la mayoría son de Praga, y algunas muy genéricas como "Conjunto de iglesias de Praga". Y es que esto no ahce más que reafirmar lo que he comentado anteriormente: en Praga estábamos todo el rato conociendo cosas nuevas, maravillándonos con la boca abierta cada dos minutos, mientras que en Budapest no era así, pero cuando encontrábamos algo que nos gustaba, nos gustaba de verdad.

Pongo punto y final a esta entrada. Me ha costado mucho tiempo escribirla, y, para ser sinceros, no he quedado muy contento con el resultado. Me ha gustado tanto el viaje que creo que no he sabido expresar con palabras lo mucho que he disfrutado.

sábado, 22 de octubre de 2011

Cuando no existe la clemencia

Dos días después de la muerte del dictor libio Muamar el Gadafi, y cuando se disparan los rumores de si murió ejecutado en vez de en un tiroteo, aparece un vídeo en el que se muestra a Gadafi capturado y pidiendo clemencia por su vida, poco antes de ser ejecutado con un tiro en la sien.

No quiero criticar desde el sillón de mi casa a quienes han ejectuado a Gadafi en vez de entregarlo a la justicia y someterlo a un juicio, como se hizo con Sadam Husein. Seguramente, el veredicto del juicio hubiera sido la muerte.

Y digo que no quiero criticarles, porque yo estoy en el sillón de su casa mientras millones de libios han sufrido una dictadura durante más de 40 años y no estoy moralmente capacitado para criticar lo que han hecho a quien ha torturado y asesinado a sus familiares, amigos y conocidos.

Sin embargo, si puedo cuestionarme lo que han hecho, y tengo el convencimiento de que hubiera sido más bonito, más justo, más humano, que quienes le mataron le hubieran dado una lección moral y le hubieran tratado como un ser humano, a diferencia de lo que hizo él con su pueblo durante tantos años.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Bélgica y Países Bajos

El segundo post de la sección de viajes está dedicado al viaje de ocho días que he hecho con mis padres y mi hermano a Bélgica y a los Países Bajos (como la gente le suele llamar erróneamente Holanda, y las cuatro noches en los Países Bajos las he pasado también en Holanda, de ahora en adelante me referiré siempre como Holanda).

Este viaje era muy especial para mi aita, pues desde que tengo uso de razón siempre ha dicho que el viaje que más ganas tenía de realizar era ir a conocer el Benelux. Finalmente ha podido cumplir su sueño, aunque quizá todos nos hayamos quedado con la espinita de que podríamos haber estado más días, porque las zonas que hemos conocido nos han gustado mucho.

Planificación del viaje
El viaje lo han organizado mis padres, por lo que me he tenido que amoldar al itinerario que ellos han elegido, teniendo en cuenta los días que disponíamos de vacaciones. Así, el itinerario previsto era el siguiente:

Martes 2 de agosto: Volar de Bilbao a Bruselas por la tarde, coger un coche y hacer noche en Brujas.
Miércoles 3 de agosto: Pasar el día en Brujas.
Jueves 4 de agosto: Madrugar e ir a Gante, estar ahí hasta las las tres o cuatro de la tarde e ir a dormir a La Haya. De camino, pararíamos en Delft.
Viernes 5 de agosto: Por la mañana, conocer La Haya; después de comer, a media tarde, ir a Ámsterdam y llegar sobre las siete de la tarde, donde vamos a ir a la casa de Anna Frank.
Sábado 6 de agosto: Pasar el día en Ámsterdam.
Domingo 7 de agosto: Pasar el día en Ámsterdam.
Lunes 8 de agosto: Hacer una excursión por la mañana a los pueblos cercanos de Marken, Volendam y Zaanse Schans. Por la tarde, ir a Amberes y conocer la ciudad durante tres o cuatro horas antes de dirigirnos a Bruselas. La opción de pasar por Lovaina, tenía muchas ganas de ver el ayuntamiento, queda prácticamente descartada.
Martes 9 de agosto: Pasar el día en Bruselas.
Miércoles 10 de agosto: Por la mañana, ver lo que no se vio el día anterior; por la tarde, ir a la cercana Basílica del Sagrado Corazón y al Atomium. Finalmente, ir al aeropuerto y volver a Bruselas.

Este era el itinerario previsto, con una perspectiva de buen tiempo (sol y nubes; más nubes que sol) y apenas unos chubascos el domingo 7 de agosto. Como el hombre hace y Dios deshace (parezco una abuela), algunos puntos del itinerario han tenido que ser modificados debido a la climatología (desde mi punto de vista mejor de lo esperado) y a que la mayoría de las zonas las veíamos en menos tiempo del esperado.

Así, a continuación describo el diario de viaje de estos 8 días en Bélgica y Holanda, el país del chocolate y el país del chocolate (lo siento, no he podido evitar el chiste).ç

Día de llegada, martes 02/08/2011: Bruselas nos recibe con buen tiempo
Nos dirigimos al aeropuerto para coger el avión que nos llevará a Bruselas. A las 16:35, con cinco minutos de adelanto, despega de Bilbao el avión de Brussels Airlines, llegando a las 18.15, veinticinco minutos antes de la hora prevista. O la compañía es muy seria, o tuvimos mucha suerte, o las compañías se cubren cada vez más con los horarios para evitar quejas. O las tres a la vez.

Al bajar del avión, Bruselas nos saluda con veintiocho grados. Tras perdernos un poquito en el aeropuerto (solo un poquito), cogemos nuestras maletas y nos dirigimos a las oficinas de Hertz, donde habíamos alquilado un coche. Sin esperar nada de cola, nos dan un Nissan Note (habíamos pedido un Volkswagen Golf, pero bueno, mientras el coche sea cómodo y funcione...), y a las siete de la tarde abandonamos el aeropuerto de Bruselas. A las 20:30 ya hemos dejado las maletas en el hotel y estamos paseando por Brujas, en un día soleado. Mejor no se puede empezar.

Nos alojamos en el Grand Hotel Casselbergh. Bastante céntrico, lo cual no es difícil en Brujas, a 50 metros del Burg y a 100 metros de la Grote Markt, teniendo justo detrás el Groeneri, una de las zonas de los canales más bonitas. Más no se puede pedir. Además, como descubriría las dos siguientes noches, las tupidas cortinas del hotel impedían que la luz entrara en la habitación, uno de mis mayores quebraderos de cabeza en los hoteles.

Esa tarde-noche la dedicamos a dar un paseo de reconocimiento por la ciudad. Con tristeza vemos que hay un escenario para un concierto en el centro del Burg, que no deja ver en todo su esplendor el ayuntamiento, pero bueno. Dedicamos lo que nos queda del día a ver el Burg, el Grote Markt y la zona de canales cercana a nuestro hotel, el Groenerei. Por la noche, me dedico a cultivar un poco mi nueva afición, la fotografía, y doy una vuelta por los mismos lugares sacando fotos con el nuevo trípode que he comprado. A las doce de la noche, cual Cenicienta, nos metemos en la cama.

Día 1, miércoles 03/08/2011: Día entero dedicado a Brujas
Nos despertamos a las ocho de la mañana y observamos con pánico que está diluviando, lo cual no nos esperábamos, ya que en principio ese día no debería llover. Sin embargo, todo resulta ser una falsa alarma, pues ya no llueve al terminar el desayuno. Aun así, salimos ataviados con paraguas por si acaso.

Lo primero que hacemos es subir al campanario, el Belfort, para evitar las posibles colas que pudiera haber más entrada la mañana. Al entrar en la Grote Mark, donde se encuentra el Belfort, observamos que esta está llena de puestos de verduras debido a que es miércoles, día de mercado. Desde mi punto de vista le quitan atractivo a la plaza, puesto que no te deja contemplar la plaza en todo su esplendor.

Subimos las 360 escaleras del Belfort, desde donde se ven unas preciosas vistas de la ciudad, que contamplamos durante unos veinte minutos. Al bajar vemos que se ha formado algo de cola, no mucha, por lo que parece que hemos elegido bien iniciando el día con la subida al Belfort.

Seguidamente nos dirigimos al Burg, donde visitamos el Ayuntamiento y la Capilla de las lágrimas entre otros lugares. Terminamos sobre las diez y media y tras una breve parada para sacar fotos en la Grote Markt nos dirigimos dando un paseo hacia la Catedral de San Salvador, en la cual no entramos, y cuya plaza está en obras.

El siguiente punto en nuestro recorrido es la iglesia de Nuestra Señora, cuya vista desde los canales es de lo que más me ha gustado de Brujas. Sin embargo, por dentro no es muy espectacular. Seguidamente, nos dirigimos hacia el sur de la ciudad, donde vemos el  Begijnhof, que se encuentra cerca de un parque poblado por cisnes y al lado del Minnewater, también llamado Lago del Amor. El Begijnhof es un recinto donde antiguamente vivían las beguinas, muy común en las zonas que hemos visitado. Por alguna razón que desconozco, los distintos recintos de beguinas es otra de las cosas que más me ha gustado del viaje. Finalmente, acabamos la mañana en el Concertgebouw, un edificio moderno situado en una plaza en la que hay numerosos restaurantes.

Como es ya la hora de comer, es ya la una y media, nos decidimos a comer en dicha plaza en un restaurante que parece llamarse Tea Room (digo parece porque luego vi muchos restaurantes que se hacía llamar así; quizá es un tipo de restaurante). Pido un entrecot que me parece un poco caro al leer la carta, pero que descubro el porqué del precio al primer mordisco: una de las mejores carnes que he comido últimamente, francamente exquisita, digna de análisis por los mejores críticos gastronómicos.

Al acabar de comer desaparecen las nubes y aparece un espléndido sol que nos acompañará toda la tarde. Hacemos un paseo en barca de media hora por los canales, que con el buen sabor de boca de la carne y el magnífico sol que hace, encontramos impresionante. Y es que los canales de Brujas son preciosos, y una visita a Brujas no pude entenderse sin un paseo en barca por sus canales.

Al acabar el paseo en barco, a las tres y media, nos dirigimos hacia el norte de la ciudad, donde se encuentran los edificios menos importantes. Realizamos el recorrido paseando junto a los canales, haciéndonos fotos, parándonos... con tranquilidad. Visitamos, entre otros, la iglesia de Jerusalem, una de las puertas de la ciudad, y algún que otro molino. Finalmente, nos dirigimos de nuevo hacia la Grote Markt, a donde llegamos un cuarto de hora antes de las seis, y donde damos por finalizada la visita de Brujas.

Pasamos la tarde descansando en el Burg y en la Grote Markt, dando paseos por las zonas de alrededor, y terminamos cenando en un italiano que se encuentra en una de las bocacalles de la Grote Markt: Adriano.

Por la noche, doy un paseo de cincuenta minutos haciendo fotos, desde el hotel hasta la iglesia de Nuestra Señora, por el centro del casco histórico, y volviendo por el canal: en menos de una hora se hace ese recorrido tranquilo, sin prisas, incluso parándose a sacar fotos. Entre otras cosas, me asombra la poquísima cantidad de turistas cerca de la iglesia de Nuestra Señora, apenas unos pocos aficionados a la fotografía. Parece que la mayoría de los turistas se cansan de andar a media tarde.

Finalmente, entro al hotel un poco antes que el día anterior, con la satisfación de haber visitado una de las ciudades más bonitas de Europa.

Día 2, jueves 04/08/2011: Gante, La Haya y Scheveningen; se cancela la visita a Delft.
Comienza uno de los días que más esperaba de todo el viaje: el de la visita a Gante, una ciudad que no sé porqué, tenía unas ganas enormes de conocerla. De hecho, habría preferido hacer una noche en Gante, pero no teníamos días, así que el planteamiento era madrugar, ir a Gante, y, como tarde, salir a las cuatro para ir a La Haya. De camino, pararíamos en Delft, famosa no solo por su cerámica, sino por sus dos catedrales. Finalmente, dormiríamos en La Haya.

Así, nos levantamos a las siete y media de la mañana y nos dirigimos hacia Gante, que se encuentra a apenas cincuenta  kilómetros de Brujas. A las diez menos cuarto ya habíamos dejado el coche en un parking situado cerca del puente de San Miguel, desde el que se ve la zona más conocida del canal, el Graslei, así como la iglesia de San Nicolás y el Belfort.

Cruzamos el puente y nos dirigimos, bajo un sol radiante, hacia el Belfort. A medida que nos vamos acercando observamos que la zona cercana a este y a la iglesia de San Nicolás está completamente levantada debido a las obras, lo que merma un poco la ilusión que tenía.

Lo primero que hacemos es subir a lo alto del Belfort, desde donde, al igual que en Brujas, se observan unas preciosas vistas de la ciudad, si bien personalmente me parecieron más bonitas las de Brujas. A las diez y media estábamos ya abajo, y tras no poder entrar en la iglesia de San Nicolás, nos dirigimos hacia la cercana Catedral de San Bavón, donde entramos. Espectacular. Por algo es una de las catedrales más bonitas de Bélgica.

Tras salir de la Catedral nos dirigimos hacia el Castillo de los Condes, donde no entramos, más por falta de tiempo que de ganas. Finalmente, acabamos la mañana con un paseo en barca de unos cincuenta minutos por los canales de Gante. Personalmente me gustaron más los canales de Brujas, aunque también es verdad que en ese momento estaba un poco negativo con tantas obras.

A las doce, una vez finalizado el paseo en barca (sí, en dos horas habíamos hecho todo eso; visita exprés), nos dedicamos a dar un paseo por Gante, viendo sobre todo la zona del Graslei, de la que me quedo con unas ganas enormes de verla de noche. Finalmente, y como ese día había que ver varias ciudades, comemos en el Graslei el típico bocata jamón hecho por uno mismo al momento. Parece ser que es muy típico, ya que había mucha gente comiendo en la zona bocadillos traídos de casa. Para hacer agradable la comida, el tiempo continúa siendo espectacular.

A las dos, y terminada la comida, nos dirigimos hacia Delft. Antes de salir de Gante, vamos en coche a aint Pietersplein, donde nos detenemos dos minutos, y finalmente nos dirigimos hacia Delft, sin pasar por el Klein Beginhof, ya que el TomTom no localizaba la señal y tampoco es que fuera un sitio importante de Gante.

Así pues, prácticamente a las dos de la tarde, dos horas antes de lo previsto, nos dirigimos hacia Delft, que se encuentra a unos 180 kilómetros, y donde esperamos llegar hacia las cuatro de la tarde. Por primera vez en mi vida iba a pisar los Países Bajos. Al salir de Gante observamos que desaparece el sol: perfecto, pienso, al menos nos ha respetado en Gante.

Nos dirigimos hacia Delft y todo va según lo previsto cuando, a apenas quince kilómetros de Delft, vemos que la carretera que nos señala el TomTom está en obras, y al no entrar en ella, la ruta alternativa del TomTom es dar la vuelta para volver por el mismo sitio: un bucle, vamos. Tras más de media hora dando vueltas y equivocándonos, decidimos, con gran dolor de mi padre, ir directamente a La Haya. Seguramente se podría haber buscado alguna ruta alternativa, pero las prisas, la presión, y andar perdidos en un nudo de autovías cerca de Rotterdam lo hizo imposible.

Así pues, nos dirigimos hacia La Haya, que nos recibe lloviendo minutos antes de las seis de la tarde. Nos dirigimos a nuestro hotel, el Novotel Den Haag City Center, situado justo detrás del impresionante edificio del Binnenhof, el Parlamento holandés. Tras unos problemas con el aparcamiento (la liamos un poquito, pues para entrar en el garaje había que meter el coche en una especie de montacargas) y tras constatar que la legislación neerlandesa obliga a los hoteles a que el aire acondicionado esté encendido constantemente, lo cual es un poco molesto, salimos a la calle paraguas en mano un poco antes de las seis y media de la tarde.

Nos dedicamos a dar una vuelta despacio al Binnenhof, que encuentro muy bonito, así como la zona de los alrededores, donde vemos que hay una callecita a rebosar de gente tomando cervezas, como si fuera Pozas un día de partido, lo que me choca con la imagen de ciudad fantasma que había oído. No obstante, hay que reconocer que salvo ese oasis de actividad, el resto de la ciudad se encuentra prácticamente vacía el tiempo que estamos en ella.

Como continuaba lloviendo, nos dirigimos hacia la cercana playa de Scheveningen, un sitio muy turístico y que parece ser visita obligada en La Haya. Personalmente no le encuentro el atractivo y vuelvo bastante decepcionado. Supongo que ocurrirá con todas las playas si se visitan una tarde lluviosa.

Finalmente, media hora después, volvemos a La Haya, donde tras cenar y dar una nueva vuelta alrededor del Binnenhof, vamos al hotel a dormir.

Día 3, viernes 05/08/2011: La Haya y visita a la casa de Anna Frank en Ámsterdam
Nos levantamos con la intención de conocer La Haya. Tras desayunar muy barato en un establecimiento de  EXKi nos disponemos a conocer La Haya (para mi hermano y para mí: "Den Haag, esto no pasaba en Alemania").

Rodeamos, al igual que el día anterior, el Binnenhof, y seguidamente recorremos la pequeña avenida Lange Voorhout, una de las calles más bonitas de La Haya y sede de numerosas embajadas. Seguidamente, nos dirigimos hacia el Palacio de la Paz, sede de la Corte Internacional de Justicia. Mientras escribo este post, me doy cuenta de que debería haber preparado más a fondo la visita a La Haya, la cual no preparé en absoluto, puesto que pensaba que la Corte Internacional de Justica era lo mismo que la Corte Penal Internacional  la cual se encarga d juzgar a genocidas...), cuando resulta que son diferentes órganos y por tanto ocupan distintos edificios. Así pues, no visité el edificio donde se juzgan a algunos, desgraciadamente no a todos, de quienes cometen crímenes contra la Humanidad.

Ajenos a todo esto, nos dirigimos por calles solitarias y llenas de basura (saliendo a colación diversos comentarios sobre la necesidad de enviar durante un año a Azkuna a La Haya para que les meta en cintura) hacia el precioso Palacio de la Paz. Ahí sacamos unas cuantas fotos y nos quedamos sin entrar por no haber hecho una reserva por Internet, lo cual fue un poco cagada pos nuestra parte (me enteré el día anterior a nuestra salida de que se podía visitar por dentro con reserva). Junto a la entrada del Palacio de la Paz, contemplamos el monumento de la Llama de la Paz Mundial, junto al cual hay una serie de casi 200 piedras de otros tantos países que colaboraron para conformar un monumento en favor de la Paz.

Poco después de las diez y media, nos dirigimos hacia el centro de la ciudad, paseando tranquilamente por las calles y los jardines de esta solitaria ciudad, finalizando nuestra visita a la ciudad entrando en el moderno y enorme Ayuntamiento. De camino al hotel entramos por última vez al patio interior del Binnenhof, y pasadas las doce y media nos digirimos, con bastantes horas de antelación, dirección Ámsterdam. Para nuestro agrado, según avanzaban las horas el sol iba siendo cada vez más intenso.

Así, nos dirigimos hacia Ámsterdam, que dista apenas sesenta kilómetros de La Haya, y en la que esperamos llegar hora y media después, ya que pararíamos a comer en un área de descanso, otra vez el clásico bocata jamón.

Llegamos a Ámsterdam un poco antes de las tres de la tarde. Dejamos las maletas en nuestro hotel, el Eden Amsterdam American Hotel, un hotel cuyo interior es muy hermoso (aparecía en alguna de nuestras guías) y donde comprobé que había dormido la malograda Amy Winehouse en 2004. El hotel se encuentra cerca de la zona de los museos, lo cual está un poco alejado, a una media hora andando, de alguna de las zonas importantes de la ciudad. Quizá un hotel en la Plaza Damm hubiera sido más apropiado.

Aparcamos el coche en uno de los muchos parking P+R, donde puedes dejar el coche por 8 € las 24 horas. Se encuentran un poco alejados de la ciudad, peroson muy  baratos y encima te da un pase del tranvía para ir a donde quieras. Perfecto. Elegimos el parking del estadio Olímpico (hay que recordar que Ámsterdam albergó los Juegos Olímpicos de 1928).

Tras esperar algo de cola en el parking, a las cuatro menos veinte estamos ya en la zona de los museos, con un sol espléndido. Recorremos la zona haciendo unas cuantas fotos del museo Van Gogh y del impresionante Rijksmuseum, uno de los edificios más bonitos de Ámstedam, observando además cómo se encontraba en obras la fachada del Stedelijk Museum.

Como no somos de entrar en museos, decidimos dedicar la tarde a dar una vuelta por los canales, con la intención de encontrar un sitio donde montar en barco y dar una vuelta por los canales. Sin embargo, pateamos canal arriba y canal abajo y no encontramos nada. Entre dicha pateada, vemos la hermosa Estación Central, de estilo nerracentista, similar al Rijksmuseum (no en vano es del mismo arquitecto), la cercana iglesia de San Nicolás, que me encantó, y varias de las torres que hay en la ciudad, como la Munttoren, Schreiestoren o la Montelbanstoren. Además, vemos el Waag, que me gustó bastante, y la Plaza Damm, coronada por el Koninklijk Paleis. También tenemos nuestra primera entrada en el Barrio Rojo, que encontramos decepcionante, puesto que nos encontramos a las primeras meretrices cerca de Oude Kerk, las cuales eran orondas señoras que fácilmente llegaban a la cincuentena.

Tras andar durante prácticamente toda la tarde y habernos tomado un descanso en la Plaza Damm, nos dirigimos hacia la Casa de Anna Frank, situado en la zona del Jordaan, en la zona norte de los canales. Como había leído que solía haber mucha cola, había reservado previamente cuatro entradas por Internet. Cuando llegamos observamos que había una cola bastante importante para ser la hora que era (habíamos reservado para las 20:45), así que parece que fue una idea estupenda.

Estuvimos unos tres cuartos de hora en la casa de Anna Frank; era un recorrido por las distintas habitaciones donde distintos vídeos y frases escritas en la pared explicaban un poco la vida de Anna Frank. Me pareció algo muy interesante, y muy recomendable para todo aquel que sienta interés por el tema del nazismo (obviamente, desde el punto de vista crítico con el nazismo). Personalmente, fue lo que más me gustó de Ámsterdam.

Tras salir un poco embajonado (la historia de Anna Frank no es nada agradable, pero como decía su padre, para construir un futuro, hay que conocer el pasado) cenamos y salimos a dar un paseo nocturno por Ámsterdam, ciudad que encuentro menos atractiva para hacer fotos.

Día 4, sábado 06/08/2011: Conociendo Ámsterdam
A pesar de que Ámsterdam era más grande que los sitios que habíamos visto en Bélgica y que el hotel estaba un poco lejos de muchas zonas, la tarde anterior nos sirvió para darnos cuenta que no había necesidad de madrugar, ya que en dos días conoceríamos de sobra la ciudad, por lo que decidimos levantarnos un poco más tarde de lo previsto. No obstante, a las ocho y media ya estábamos levantados.

Tras desayunar, decidimos dedicar la primera parte de la mañana a dar un paseo por los canales de Ámsterdam, siguiendo un recorrido sugerido en la guía de Holanda de El País Aguilar. Creo que hicimos lo correcto, ya que hay tantos canales que o haces un recorrido por unos concretos, o no haces más que dar vueltas al tuntún, como hicimos el día anterior. Durante el paseo por los canales observamos que progresivamente aparecen cada vez más pequeñas embarcaciones con gente vestida de color rosa (algunos enteros, otros con un niki rosa...), y nos preguntamos a qué se debería.

Una vez terminado el recorrido sugerido por la guía, y tras pasar por distintas torres como las que vimos el día anterior y finalizando en el Magere Brug, el puente más famoso de Ámsterdam, damos un paseo en barca, el tercero del viaje, de cincuenta minutos, que acaba a la una menos diez. Así pues, siendo casi la hora de comer, ya hemos completado todo lo relativo a los canales, y, entre el día anterior, hemos visto varias de las zonas más conocidas de Ámsterdam.

Decidimos ir a comer cerca de la Estación Central, que se encuentra al norte de la ciudad. De camino, vemos que hay mucha gente que va en sentido contrario a nosotros, hacia la zona de los canales. En ese momento, mi padre lee en una guía que había cogido del hotel que estábamos en la semana en la que se celebraba el Amsterdam Gay Pride, cuyo colofón era el mismo día con una especie de desfile de barcos/carrozas (no sé cómo llamarlo) por los canales de Ámsterdam.

Así, a las dos y media, una vez comidos, nos dirigimos hacia los canales y vemos que se han transformado por completo: numerosos barcos pasan por los canales a modo de desfile, estando todos los puentes y las calles cercanas llenas de gente. Además, el cielo un poco nuboso de la mañana ha desaparecido y luce un sol espléndido. Perfecto. He podido ver los canales de Ámsterdam en sus dos varianes: tranquilos y plácidos para pasear, y a rebosar de gente debido a una fiesta.

Tras estar media hora viendo las carrozas, nos dirigimos dando un paseo hasta el Begijnhof, situado en la plaza Spui. Me resulta precioso, más bonito aun que el de Brujas. Me recordó a un decorado de película antigua, como la zona que recorría George Banks cuando iba a su casa en Mary Poppins. Además, en el Begijnhof hay que destacar también la preciosa capilla interior.

A las cuatro y cuarto, y una vez terminada nuestra visita por Ámsterdam, cae un enorme chaparrón que dura poco menos de media hora. Una vez acabado este y cuando vemos que vuelve el sol, nos sentamos a descansar en la Plaza Damm para pensar qué deberíamos hacer el día siguiente. Y es que en apenas un día y medio hemos hecho casi todo lo que teníamos pensado hacer: paseo por los canales, andando y en barca, ver los distintos monumentos... y todavía nos queda un día entero en Ámsterdam, que en principio, y según las previsiones, se presenta muy lluvioso. Así pues, decidimos dedicar la tarde a pasear tranquilamente por las mismas zonas del día anterior, y adelantar la excursión del domingo al sábado.

Tras dar una pequeña vuelta y descansar un poco en el hotel, cenamos en un italiano cerca de la Plaza Damm (tras equivocarnos de restaurante y sentarnos en uno de los numerosos argentinos que hay en la ciudad), y terminamos la noche dando un paseo por el Barrio Rojo, pero en la zona donde se encuentran mayor cantidad de girls on the windows (como me preguntó una turista) más jovenes y atractivas que las que vimos el día anterior, y en calles más animadas.

Tras observar algunos acuerdos entre algunos jóvenes y prostitutas, incluido uno que al cerrar el trato se giro hacia sus amigotes agitando el puño en alto cual orangután, nos dirigimos hacia el hotel: al día siguiente toca excuursión.

Día 5, domingo 07/08/2011: Marken, Volendam, Edam, Zaanse Schans y paseo final en Ámsterdam
Comienza el día que peor tiempo íbamos a tener, según las previsiones. Como se había visto casi todo Ámsterdam, decidimos coger el coche y hacer la excursión hacia algunos pueblos pintorescos cerca de Ámsterdam.

Salimos a las diez y media hacia Marken, un pequeño pueblo pintoresco que se encuentra a apenas veinticinco kilómetros de Ámsterdam, bajo un cielo completamente encapotado. Durante el camino hacemos algunas paradas para ver el mar y el clásico paisaje holandés. A las once y media llegamos a Marken, y, a pesar de que hace frío, el cielo se va despejando progresivamente. Encuentro Marken bastante bonito, es un pequeño pueblecito costero lleno de casas iguales y muy pintorescas. No tiene más: dar una vuelta, hacerse unas fotos... media hora después estamos en el coche de nuevo dirección Volendam, a donde llegamos a las doce y media.

Volendam es otro pueblo típico de la zona, un pueblo pequero famoso porque las mujeres seguían llevando los trajes regionales, algo sobre lo que yo era un poco escéptico. De todos los pueblos fue el que menos me gustó, seguramente porque a diferencia de Marken, estaba a rebosar de turistas. Me pareció menos pintoresco que Marken, no solo por las casas sino porque tanto turista le quitaba esa aurea de idílico de Marken, y no me gustó por el gran olor a mar/pescado que noté, algo normal en los pueblos pesqueros pero que no me gusta. Mis padres, por el contrario, les gustó mucho, si bien menos que Marken. Por descontado, no encontramos ninguna mujer vestida con trajes regionales.

Animados por el buen tiempo, decidimos ir a Edam, a donde en principio no íbamos a ir, ya que se encuentra a apenas dos kilómetros de Volendam. No estaba en la agenda porque es un pueblo muy típico por sus quesos, pero en principio por nada más. Sin ninguna nube en el cielo y bajo un espléndido sol, se equivocaron los pronósticos, llegamos a Edam pasada la una y media. Sorpresa. Un pueblecito precioso, plagado de canales, con muchas flores... encantador. Me gusta incluso más que Marken, por lo que se puede decir que ha sido un acierto la elección. Tras recorrerlo en coche durante poco menos de media hora, nos dirigimos a la última etapa del viaje: Zaanse Schans, un pueblo a veinte kilómetros de Edam y famoso por los tipicos molinos holandeses: visita obligada por mi aita, que le encantan los molinos (todavía recuerdo aquel viaje sin aire acondicionado en el coche para ver los molinos de Consuegra).

Llegamos a las dos y cuarto, vemos la típica estampa de los molinos, y tras comer otra vez el típico bocata jamón, bajo un espléndido sol, a las tres de la tarde nos dirigimos hacia Ámsterdam, con la intención de pasar la tarde recorriendo la ciudad en bicicleta, aprovechando el increíble sol que luce sobre el cielo de Ámsterdam.

Sin embargo, observamos que el precio de las bicicletas es demasiado caro para el poco tiempo que le íbamos a dedicar (constatamos que es mejor alquilar una bicicleta a primera hora de la mañana, para usarla todo el día), así que hacemos andand parte del recorrido que queríamos hacer en bici. Así, vamos hacia Vondelpark, donde hacemos un breve recorrido viendo el parque. Finalmente, pasamos la tarde recorriendo las zonas que más nos han gustado de Ámsterdam. Como se ve, hemos pasado prácticamente un día (las dos últimas tardes) recorriendo las zoans que más nos habían gustado.

Tras dar un paseo por la noche, nos metemos a la cama a las doce. Mañana toca un día largo, con varios sitios que visitar.

Día 6, lunes 08/08/2011: Utrecht, Amberes, Malinas y llegada a Bruselas
En principio, el día de hoy estaba dedicado a realizar por la mañana la excursión que realizamos el día anterior, para ir seguidamente a Amberes y acabar en Bruselas.

Sin embargo, debido a que ya habíamos hecho el día anterior dicha excursión, había que improvisar algo para no llegar pronto a Bruselas y que nos quedáramos el último día sin saber muy bien que hacer.

Por tanto, y debido a que ir a Amberes pasando por Delft era un rodeo muy grande, propongo conocer la cercana ciudad de Utrecht, de la que había oído que podría merecer la pena.

Nos levantamos más tarde lo previsto, ya que no hay mucha prisa (si no se puede ver bien Utrecht no pasa nada), y a las diez y cuarto nos despedimos de mademoiselle Ámsterdam (cuando quiero yo también puedo ser cursi). Llegamos tres cuartos de hora después, a las once, con un cielo bastante encapotado. Aparcamos cerca de la Torre Dom, y recorremos la zona, viendo la Catedral y dando un paseo por el canal viejo, el Oudegracht. Finalmente, y como se pone a llover, cogemos el coche y vemos sin bajarnos alguna de las zonas menores que queríamos ver y salimos dirección Amberes a las doce y media, a donde llegamos pasadas las dos de la tarde.

A las dos y media, entramos en la fantástica Grote Markt, donde se encuentran algunos edificios como el ayuntamiento y la preciosa fuente de Brabo. A pesar de ser pequeñita nos parece preciosa, de las cosas más bonitas que vemos en el viaje. Además, parece que el tiempo se alía con nosotros, ya que el sol luce en todo su esplendor.

A las tres menos cuarto entramos en el Ayuntamiento, puesto que leemos que hay un tour gratis (que gratis se diga gratis en alemán y neerlandés emociona). La verdad es que por dentro el ayuntamiento es bastante bonito, pero un tour de cuarenta y cinco minutos con detalladas explicaciones en neerlandés aburre a cualquiera... (nosotros pensábamos que sería algo rápido, de quince minutos). Tras salir del ayuntamiento, a las tres y media, decidimos comer y luego visitamos la Catedral de Amberes, que para muchos es la más bonita de Bélgica. La verdad es que es preciosa; no la quiero comparar con la de Gante porque las dos me encantaron, pero me parece espectacular. Lo que más nos llama la atención de las diversas catedrales que vemos son los púlpitos tan ornamentados que tienen. Preciosos.

Finalmente, cogemos el coche y, antes de salir de la ciudad, vamos a un sitio que quiere visitar mi padre y que no suele aparecer mucho en  las guías: la Estación Central de Amberes. Entramos y nos quedamos maravillados: es enorme, espectacular, fruto de la riqueza del país de finales del siglo XIX. Más que bonita, que lo es, impresiona lo grande que es por dentro.

Finalmente, minutos antes de las siete y media nos dirigimos a la cercana ciudad de Malinas, a la que llegamos apenas media hora después. Tras ver por fuera la Catedral y visitar su bonita Grote Markt, desde donde se pueden sacar unas instantáneas espectaculares con la Catedral elevándose detrás de la plaza, nos dirigimos dirección Bruselas a las ocho y media de la tarde.

En Bruselas nos alojamos en el NH Atlanta, un hotel situado cerca de la Plaza Brouckère, a diez minutos de la Grand Place. A las nueve y media, y con todas las maletas en la habitación, damos un paseo hasta la Grand Place, donde vemos por fuera el Ayuntamiento ("¿qué es el Ayuntamiento?" nos preguntó dos días después una turista sudamericana) y los distintos edificios de la plaza, uno de los cuales estaba tapado por una lona. Tras cenar en un italiano y sacar unas fotos de la Grand Place, la Bolsa, y algún que otro edificio, llegamos al hotel minutos después de las doce de la madrugada. Al día siguiente toca conocer Bruselas.

Día 7, martes 09/08/2011: Conociendo Bruselas y visita exprés a Lovaina
Tras desayunar en el hotel, salimos a las nueve y cuarto a conocer la ciudad. Dedicamos los primeros momentos del día a conocer algunos edificios menores cercanos al hotel, como el Teatro Flamand o la iglesia Saint-Jean-Baptiste au Béguinage, entre otros.

Volvemos al hotel para coger unos paraguas (el cielo amenaza lluvia) y nos dirigimos hacia la Grand Place para recorrer sus calles aledañas. De camino, vamos viendo distinos lugares de interés como la Bolsa, y en los alrededores de la Grand Place vemos, entre otros, el famoso Manneken Pis, que te hace plantear el motivo por el cual un sitio se hace famoso, y su réplica femenina, la Jeanneke Pis, que encuentro bastante zafia y ordinaria. Finalmente, y tras pasar por las galerías Saint Hubert, nos dirigimos hacia la zona de la ciudad conocida como Ciudad Alta.

El primer sitio en el que entramos es el enorme e impresionante Palacio de Justicia, el mayor edificio construido en el siglo XIX y que durante años fue el mayor del mundo. Un edificio enorme construido, una vez más, bajo el reinado del rey Leopoldo II, quien enriqueció al país y se enriqueció a sí mismo explotando de forma inhumana a los habitantes del posteriormente llamado Congo Belga. A pesar de ello, el edificio tanto por dentro como por fuera es espectacular. Como lunar, su enorme cúpula y su preciosa fachada principal estaba oculta tras numerosos andamios.

Seguimos recorriendo la Ciudad Alta, pasando por diversas calles en las que encontramos, entre otros, la iglesia de Notre Dame du Sablon o el Palacio Real, donde entramos, y tras entrar en la Catedral de San Miguel y Santa Gúdula, finalizamos a las dos de la tarde la visita a todo el centro urbano de Bruselas.

Tras comer y descansar un poco en el hotel, hacer el check-in... sobre las seis de la tarde nos dirigimos en coche hacia la zona más alejada de la ciudad. En primer lugar vemos el Parque del Cincuentenario, con su Palacio del Cincuenteario, cuyo arco del triunfo es similar a la Puerta de Brandeburgo, para volver a coger el coche y dirigirnos hacia la zona del Barrio Europeo, que acoge numerosas instituciones de la Unión Europea, donde por fuera vemos, entre otros, el Parlamento Europeo y el Consejo Europeo.

Minutos antes de las ocho de la tarde, y aprovechando la claridad que hay (¿será que a mayor latitud atardece más tarde? nos dio la sensación de que atardecía más tarde que en Bilbao; y el año pasado me sorprendió lo tarde que atardecía en Oslo en pleno mes de marzo), cogemos el coche y nos dirigimos hacia la cercana ciudad de Lovaina, ya que tenía ganas de ver el ayuntamiento.

En dicha ciudad vemos el precioso y ornamentado Ayuntamiento, y tras estar poco más de media hora, volvemos a Bruselas, donde, al igual que la noche anterior, cenamos cerca de la Grand Place y, tras hacer algunas fotos, nos vamos al hotel.

Día 8, miércoles 10/08/2011: Basílica del Sagrado Corazón, Atomium, y vuelta a Bilbao
Como no podía ser de otra forma, el día de San Lorenzo nos levantamos con el día más soleado de todas las vacaciones, que, siguiendo la Ley de Murphy, es nuestro último día.

Como el día anterior habíamos visto todo lo que había que ver en Bruselas ciudad, dedicamos la mañana a pasear tranquilamente por la zona cercana al hotel, viendo los distintos edificios y sobre todo, las numerosas chocolaterías que hay en la ciudad, ya que ese día era el que había que comprar los regalos, y qué mejor regalo que los famosos chocolates belgas.

Tras pasarnos más tiempo del previsto comprando, minutos antes de la una cogemos el coche y nos dirigimso hacia la cercana Basílica del Sagrado Corazón, donde entramos y tras subir hasta una altura de 50 metros contemplamos nuas magníficas vistas de Bruselas.

Finalmente, también en coche, nos dirigimos hacia el Atomium, donde damos un pequeño paseo que acaba, en coche también, en los pabellones chino y japonés y en la preciosa iglesia de Laecken, que desgraciadamente está en obras.

Finalmente, volvemos a Bruselas, comemos y, como no había nada que hacer, decidimos ir al aeropuerto, donde a las nueve de la noche, y sin enseñar ningún documento que nos identificara, cogimos un avión con el que dimos por finalizadas nuestras vacaciones.

Mis impresiones del viaje
Sin lugar a dudas, este es un viaje que seguramente repita en un futuro, debido no solo a la cercanía del lugar, sino a que desde Bilbao hay multitud de vuelos a Bruselas y a que desde dicha ciudad se pueden hacer excursiones a distintas ciudades, de forma que no ves una única ciudad.

Si tuviera que elegir entre Bélgica y Holanda, me quedo con Bélgica. Soy más de ciudades que de paisajes, y las distintas ciudades belgas que he visitado me han parecido impresionantes, mientras que las holandesas no me han impresionado tanto.
Como he dicho, Brujas me ha encantado, y es un sitio al que volvería de fin de semana o a pasar una semana conociendo Bélgica. De Gante me he quedado con ganas de verla de noche, sobre todo la zona del Graslei, y de volver a verla otra vez pero esta vez sin obras, que le ha quitado mucho atractivo. Y Amberes me ha parecido espectacular, me gustaría volver a verla con más tiempo, para ver, entre otras cosas, la casa museo de Rubens, que no pudimos verla.

Creo que Bélgica es un país al que se le puede sacar mucho provecho y que, si se puede, merce la pena conocer en coche, para poder ver pequeñas ciudades que se salen del típico Bruselas-Brujas-Gante-Amberes, como Lovaina, Malinas, y otras mcuhas que no hemos estado.

Al igual que Bélgica, Holanda es un país al que también se le puede sacar mucho provecho en coche, pero me da la sensación, quizá errónea, que mientras que Bélgica es un país en el que se puede descubrir mucha cultura en forma de plazas, iglesias... Holanda es un país en el que descubrir paisajes (obviamente, también peudes empaparte de mucha cultura en los numerosos museos de Ámsterdam, por ejemplo).

En definitiva, un viaje que me ha encantado, y que, debido a los motivos que he comentado anteriormente, repetiré en un futuro, seguramente con más días, para conocer más a fondo Bélgica, sobre todo, Holanda, y, porqué no, Luxemburgo.